sábado, 20 de julio de 2013

Walter Benjamin y su lectura del futuro a contrapelo. Publicado en Cuadernos de Filosofía Latinoamericana Vol. 33 No. 107 julio-diciembre 2012. por la Universidad de Santo Tomas en Bogotá Colombia.

1. Las revoluciones actuales y la tecnología:
Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo; así abría Karl Marx su manifiesto del Partido Comunista en el año de 1848.[1] Más de un siglo y medio después podríamos nosotros decir que un fantasma recorre el mundo; pero en esta ocasión es un fantasma que viaja a través de las redes electrónicas y gracias a los desarrollos tecnológicos en materia de comunicación. En los últimos meses hemos sido testigos de una nueva revolución social; cientos de miles de “inconformes” se están manifestando contra los sistemas políticos, las injusticias sociales y los programas económicos neoliberales.
             Lo que ha caracterizado a estos levantamientos es la forma en la que la población ha sido convocada, en todos ellos los medios de comunicación más avanzados se han puesto al servicio de las protestas; nos referimos a Internet y la telefonía celular, y a todas las herramientas que proveen como coreos electrónicos, twiter, face book, you tube, cámaras,  etc.… Por otro lado hemos sido testigos de cómo a partir de una reproducción del material transmitido por Internet se ha exhibido al sistema oculto detrás de los acuerdos políticos y la diplomacia en lo que conocemos como Wiki leaks.
            Estamos siendo testigos de algo insólito que no terminamos de comprender, inmediatamente aplaudimos la existencia de estos recursos y queremos ver en su instrumentación una expresión de las fuerzas democráticas, lo cual en parte es cierto, pero al mismo tiempo podemos observar como estos mismos medios se utilizan para controlar y vigilar. Los sistemas policíacos ya pueden invadir nuestra privacidad gracias a su acceso a estos bancos de información, millones de seres humanos estamos “capturados” y podemos ser localizados con facilidad. En las fronteras los muros electrónicos se vuelven cada vez más eficientes impidiendo el libre flujo de personas. Al acceder a las redes electrónicas y compartir nuestra información personal nos exponemos a ser objetos de estudio para los grandes consorcios que nos convierten en consumidores de sus productos.  Esta dialéctica emancipación-sometimiento o libertad-sujeción, está acompañada de mucha violencia que en ocasiones nos es difícil de identificar pero siempre está presente.
            Para analizar este fenómeno de actualidad presentaremos lo que en  el año de 1936 vislumbró Walter Benjamin como una prognosis y que dejó asentada en un trabajo que tituló La Obra de Arte en la Época de su Reproductibilidad Técnica.
2.     La interpretación marxista de Benjamin: Una acotación antes de entrar con Benjamin: Vivimos en una época en la que ya no es filosóficamente correcto recuperar las teorías de Marx para el análisis social, el fracaso del sistema político que decía operar de acuerdo a está teoría se utiliza como prueba de la supuesta falla de las propuestas del pensador alemán. Nos permitimos ir en contra de lo filosóficamente correcto y recuperar el pensamiento marxista como herramienta para comprender el sistema capitalista, es en este sentido que abordamos la interpretación que hace Walter Benjamin. El abre el texto arriba señalado con la siguiente afirmación:
Cuando Marx emprendió el análisis del modo de producción capitalista éste estaba en sus comienzos. Marx dispuso de tal manera sus investigaciones, que éstas adquirieron un valor de prognosis. Descendió hasta las condiciones fundamentales de la producción capitalista y las expuso de tal manera que de ellas se podía derivar lo que habría de esperarse más adelante del capitalismo. Se derivaba que del mismo se podía esperar no sólo una explotación cada vez más aguda de los proletarios sino también, finalmente, la preparación de las condiciones que hacen posible su propia abolición.[2]

            En la lectura que hace Benjamin de Marx nos dice que el estudio profundo de la manera en la que opera el sistema capitalista de producción permite avizorar, de alguna manera, ciertas características de la sociedad por venir, entre estas la dinámica de la explotación y de los recursos que se tendrán para terminar con ella. Es a este movimiento contra la lógica del tiempo al que hemos definido como “peinar el futuro a contrapelo” recogiendo la tan conocida expresión que utiliza Benjamin en sus Tesis sobre la filosofía de la historia donde nos invita a “peinar la historia a contrapelo”.
3.     Sobre el concepto de superestructura: El autor parte de un análisis de uno de los conceptos centrales de Marx, en el prólogo escribe: “El revolucionamiento de la supraestructura avanza mucho más lentamente que la infraestructura, ha requerido más de medio siglo para hacer vigente en todos los ámbitos culturales la transformación de las condiciones de producción”.[3] Para Marx las relaciones concretas de producción van determinando las otras esferas de la vida social, a las primeras denomina “infraestructura” y a las segundas “superestructura” para explicar estas afirmaciones pongamos algunos ejemplos.
             En una economía de carácter agrícola las relaciones concretas de producción tienen que ver con el trabajo específico de la siembra y la cosecha, donde se explota la mano de obra de los que participan en este proceso; esto corresponde a la infraestructura. Esta actividad depende del clima y las estaciones del año, encontramos estonces saberes ligados a la meteorología,  rituales donde se adoran a deidades que representan los elementos naturales como el Sol y la lluvia, y un arte que reproduzca este culto por la materia; estos últimos están en el ámbito de la superestructura. Podemos ver algo similar con la actividad de los pastores que dependen de la crianza de los animales, mientras que esta actividad en sí refleja la infraestructura; el desarrolló del cuidado de la vida, la exploración topográfica, el pensamiento en un Dios que es nuestro pastor, y el desarrollo de la música, corresponden a la superestructura.
            En este sentido Benjamin entendió que el elemento de la infraestructura capitalista consiste en la explotación por medio de la reproductibilidad técnica, lo que podría definirse con otras palabras como producción masiva por medios tecnológicos. Lo que sostiene es que este tipo de economía tendría que desarrollar una superestructura que opere de acuerdo a esta racionalidad, es decir por medio de saberes, cultos y valoraciones estéticas que reflejen esta condición. Cuando nos menciona en el año de 1936 que paso medio siglo desde los escritos de Marx para que se refleje su teoría en las expresiones artísticas, es porque va a sostener que podemos encontrar en el cine, que en esa época iba surgiendo cada vez con mayor fuerza, la expresión superestructural de la economía capitalista.
4.     El cine y el culto a la reproductibilidad
Para comprender mejor o anteriormente expuesto veamos como explica Benjamin la situación del arte antes del cine. Según nos comenta: “Sería posible exponer la historia del arte como una disputa entre dos polaridades dentro de la propia obra de arte, y distinguir la historia de su desenvolvimiento como una sucesión de desplazamientos del predominio de un polo a otro de la obra de arte. Estos dos polos son su valor ritual y su valor de exhibición[4].
            El ritual nos remite al momento del mismo animismo cuando, por ejemplo, se pintaba en las cuevas a los animales que se iban a cazar par intentar, por eso medio protegerse de ellos. En esta situación vemos como hay un miedo mágico a la imagen a la que se teme y por lo mismo su observación queda reducida a unos cuantos. El de exhibición va en el sentido contrario tiene que ver con una manera de controlar por medio de la trasmisión de esa fuerza mágica o ritual. Los sacerdotes utilizan la representación como forma de extensión de su poder.
            El resultado de está dialéctica es la creación de lo que Benjamin denomina “aura” es ese hálito sacro que depositamos en la obra de arte, nuestra veneración del aquí y el ahora que encontramos al postrarnos frente a la reproducción original de la Mona Lisa de Da Vinci o al escuchar en vivo a los Caifanes después de diecisiete años de separación.  No importa que el cuadro original este todo deslucido y agrietado o que las voces y sonidos de los interpretas ya estén gastados por el tiempo; lo que se convierte en un elemento de placer estético es el sentirnos frente a lo original en un culto extraño a la exhibición de lo auténtico.
            Lo que sucede con el cine es que recoge el elemento ritual, potencializa el de exhibición, y cambia por completo los valores estéticos. Benjamin lo explica así:
Se puede resumir estos rasgos en el concepto de aura, y decir: lo que se marchita de la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica es su aura. Es un proceso sintomático; su importancia apunta más allá del ámbito del arte. La técnica de reproducción, se puede formular en general, separa a lo reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar sus reproducciones, pone, en lugar de su aparición única, su aparición masiva. Y al permitir que la reproducción se aproxime al receptor en su situación singular actualiza lo reproducido.[5]
           
            La reproducción masiva de la imagen de la Monalisa o de las canciones de los Caifanes termina con el “aura”, desplaza el culto a la misma capacidad reproductiva y se o lleva a las masas. Los consumidores tenemos copias de las grandes obras maestra, reproducimos la música en cualquier aparato, tenemos la figurita barata de la escultura del “pensador” hecha de Rodin en el baño de la casa, lo que nos ha sucedido es que adoramos la capacidad de reproducción, nos sentimos participando de un derecho de señores.
            En el cine no hay copia original, las escenas son fabricadas, los personajes actúan y los efectos especiales simulan realidades, lo que disfrutamos en el cine es su capacidad de engañar de enajenar. Somos los espectadores de un proceso en el que somos cómplices, asistimos a la destrucción del “aura” como un triunfo y nos dejamos sujetar por esa misma máquina trituradora.
5.     Reproductibilidad y control
            Lo que ha sucedido es que la economía capitalista ha colocado su capacidad reproductiva como un ídolo para ser admirado y adorado, nos sentimos fascinados con las ventajas que esta reproductibilidad técnica nos ofrece, veneramos la eficiencia, nos congratulamos con la comodidad, y nos volvemos embajadores del progreso técnico. Lo que nos comenta Benjamin es que a final de cuentas “besamos la mano que nos fustiga” adoramos la cosificación masiva de la que somos víctimas, nos enajenamos en el culto de estos nuevos dispositivos. Él lo explica de esta manera: “La proletarización creciente del hombre actual y el alineamiento también creciente de las masas son dos caras de uno y el mismo suceso. (...) El fascismo ve su salvación en que las masas lleguen a expresarse (pero que ni por asomo hagan valer sus derechos).”[6] La reproductividad técnica permite que las masas se expresen, millones de usuarios de Face book son la prueba concreta de este fenómeno, está compañía hace billones de dólares satisfaciendo la necesidad masiva de comunicarse, los usuarios sienten que se expresan, se sienten leídos, se sienten importantes pero la maquinaria los controla y maneja, les abre las opciones de participación pero al mismo tiempo los censura y controla como parte del “operativo lúdico”.
            La reproductividad técnica utiliza el cine, el radio y la televisión para enajenar, el Internet para vigilar y archivar información, los celulares se han convertido en pequeños transmisores de lo que pensamos y decimos y permite que se borre la frontera entre lo público y lo privado, en el microbus vamos escuchando lo que platican los otros pasajeros, de sus vidas privadas.  El “Gran hermano” del que hablaba Orwell en su texto 1984 se opera desde estos mecanismos.
6.     Reproductibilidad y emancipación
Pero como todo proceso dialéctico al mismo tiempo que se instrumentan mecanismos de control se abren las posibilidades de revertir sus efectos e incluso de desbordarlos a esto se refería Benjamin cuando afirmaba que:
El cine sirve para ejercitar al ser humano en aquellas percepciones y reacciones que están condicionadas por el trato con un sistema de aparatos cuya importancia en su vida crece día a día. Al mismo tiempo, el trato con este sistema de aparatos le enseña que la servidumbre al servicio del mismo sólo será sustituida por la liberación mediante el mismo cuando la constitución de lo humano se haya adaptado a las nuevas fuerzas productivas inauguradas por la segunda técnica.[7]

            La fuerza emancipadora en el sistema capitalista, según lo entendía Benjamin, no consistía en reconstituir el “aura” como lo pensaban algunos artistas y teóricos del arte, de lo que se trata es de estar un paso adelante y aprender a impulsar el cambió por medio de la reproductividad técnica. Benjamin hablaba de un cine revolucionario, nosotros podemos hablar de una democratización de las redes sociales y de escapar a la censura de los gobiernos por medio del uso de los celulares y de sus cámaras, tal y como está sucediendo hoy en día.
7.     Conclusiones
Más de setenta años después de que Benjamin escribiera su ensaño sobre La obra de arte en tiempos de la reproductibilidad técnica vemos como los cambios sociales se van gestando a partir del uso masivo de estos medios, como comentábamos al inicio de esta exposición, en esta suerte de ontología del presente, las personas se rebelan contra los sistemas autoritarios por medio de las herramientas tecnológica producidas por el capitalismo así como los sistemas de control operados por el mismo sistema.
            Las personas han aprendido a pensar de acuerdo a esta racionalidad pero no están dispuestos a someterse a su manipulación. Para concluir podemos afirmar que desde el pasado Walter Benjamin describió lo que podría suceder y está sucediendo en una suerte de profecía materialista de la historia, mirando el pasado a contrapelo es posible también abrir el horizonte de la imaginación y hacer un bosquejo plausible del porvenir.



[1] Karl Marx, Manifiesto del Partido Comunista, Editorial Progreso, Moscú 1982. p. 29
[2] Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica, Traducción de Andrés E.Weikert, Introducción de Bolívar Echeverría, Itaca, México, 2003. p. 37
[3] Ibidem.
[4] Ibid. p. 52
[5] Ibid. 44
[6] Discursos, p. 57
[7] Bolivar 57.

jueves, 13 de junio de 2013

Comparto un artículo publicado en la Jornada y escrito por Rafael Barajas, El Fisgón La raíz nazi del PAN.


La raíz nazi del PAN.
El semanario pronazi La Reacción (?) es una muestra. Entre los personajes que “daban la cara” por la publicación estaban importantes fundadores del partido: Aquiles Elorduy, Manuel Gómez Morín, Gustavo Molina Font, Manuel Herrera Lasso y Pedro Zuloaga, entre otros.
Rafael Barajas, el Fisgón
Publicado: 12/06/2013 13:02
Durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, los hombres que fundaron el Partido Acción Nacional (PAN) en 1939 –Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Gustavo Molina Font, Manuel Herrera y Lasso, Aquiles Elorduy, Pedro Zuloaga Irigoiti y Luis Calderón Vega, entre otros– fueron retratados como hombres de sacrificado heroísmo que tenían fe en el futuro democrático de México. Para la derecha mexicana, Gómez Morín, el ideólogo y primer dirigente panista, es una figura ética y sus biógrafos lo recuerdan como un sabio, un humanista, un defensor de libertades, el heredero espiritual de José Vasconcelos, un creador de instituciones que luchó incansablemente por los valores de la democracia, el Estado de Derecho y la justicia social.1
Esta imagen idealizada oculta que los fundadores del PAN tenían fuertes vínculos políticos e ideológicos con movimientos de ultraderecha nacionales y extranjeros. No podemos olvidar que en la década de los años treinta del siglo pasado, en especial durante el cardenismo, la derecha radical mexicana creció de manera significativa y fue muy beligerante. La Unión Nacional Sinarquista (UNS) llegó a tener más de 500 mil afiliados y la Falange cerca de 50 mil.2 En este período se conformó un grupo pronazi, armado, pequeño, violento, anticomunista, antisemita y antichino llamado los Camisas Doradas, el cual era dirigido por un tal Nicolás Rodríguez. Diversos grupos reaccionarios apoyaron la rebelión de Saturnino Cedillo de 1938 y la candidatura de Juan Andrew Almazán en las elecciones presidenciales de 1940. Finalmente, durante la segunda guerra mundial, en nuestro país circularon varios periódicos afines al Eje Berlín-Roma-Tokio, entre ellos, Timón, Revista Continental (dirigida por José Vasconcelos, mentor de Gómez Morín), Omega y El Hombre Libre.
La cercanía de los primeros hombres del PAN con ideas y personajes de la derecha radical era notoria. De hecho, los servicios de inteligencia estadunidenses de la época sostenían que había una relación muy estrecha entre la UNS, elPAN, el clero conservador, la Falange Española y los nazis.3 Sin embargo, esta versión ha sido desdeñada por la derecha con el argumento de que se trata de una interpretación errada, hecha por un funcionario extranjero. En México, como en todo el mundo, es muy difícil probar las ligas de cualquier individuo, grupo o institución con el movimiento internacional que encabezaban Adolfo Hitler y Benito Mussolini. Los involucrados niegan sistemática y vehementemente cualquier liga con el fascismo, y los documentos y testimonios directos de este período escasean (muchos fueron destruidos) o resultan tan delirantes que terminan siendo cuestionables. Incluso las publicaciones profascistas, que circularon profusamente entre 1938 y 1945, hoy son difíciles de encontrar ya que muchas fueron destruidas al término de la guerra. Faltan muchas piezas de este rompecabezas histórico, pero cuando alguna aparece, aporta información muy valiosa.
Hace unas semanas pude consultar una colección casi completa del semanario de opinión titulado La Reacción (?), un tabloide de doce páginas que circuló entre 1938 y 1942.4 Esta revista fue pronazi. Los artículos, las columnas y las caricaturas daban por hecho “la naturalísima admiración” que provocan los “fulminantes triunfos alemanes” en “toda persona no cegada por la pasión o influenciada por otros motivos menos confesables”.5 Elogiaban el valor y el liderazgo militar del Führer: “Hitler habla poco, y cuando lo hace es porque las circunstancias lo obligan a ello. En todo caso, obra militarmente más de lo que habla. Está en el frente de la lucha y como director de ella…”.6 El semanario era anticomunista y veía en los avances nazis la promesa de un futuro mejor para el hombre: “Alemania, con sorpresa general, le declaró la guerra a Rusia y procedió a invadirla. Seguramente con ello ha señalado nuevos derroteros de progreso a los destinos humanos.”7 Para justificar las agresiones militares alemanas, los colaboradores de esta revista hacían suyas las versiones más delirantes de Goebbels: “esta faz de la lucha iniciada en 39, es un acto de defensa del Tercer Reich contra la democracia y el comunismo, feudos de la judería internacional”.8
Los colaboradores eran racistas; uno de ellos aprobó la incursión alemana en los Balcanes con el argumento de que “¡La Grecia actual no es siquiera helénica de raza, sino una mezcla de eslavonio, albanés, dálmata, turco, veneciano…!”.9 Por supuesto, la revista justificaba la persecución de los judíos: “Los judíos, con su espíritu de mafia racial se apoderaron, fácilmente de todos los puestos de dirección [de Alemania]… Es natural, pues, que el nacional-socialismo les declarase la guerra más enconada.”10 Por supuesto, el semanario protestó cuando México le dio asilo a 30 mil israelitas que huían del exterminio.11
A nivel nacional, La Reacción (?) era anticardenista, anticomunista, antilombardista y veía en los Camisas Doradas la salvación de la patria.12Denunciaba las “falsedades” de la prensa “anglófila” monopolizada por las potencias “saxojudías” y se mofaba de quienes denunciaban la existencia de unaQuinta columna fascista o una conjura nazi en México (conjura documentada recientemente por Juan Alberto Cedillo en su reportaje Los nazis en México). En 1941, el semanario le exigió una y otra vez al gobierno de Ávila Camacho que se mantuviera neutral en el conflicto mundial; que no siguiera los pasos de Washington, que le había declarado la guerra a Alemania.
Explotando los sentimientos antiyanquis del pueblo mexicano, La Reacción (?) hizo una campaña constante contra el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosvelt, a quien acusaba de entrar en guerra contra Alemania “obedeciendo al impulso de la sangre judía que corre por sus venas y a las influencias de sus consejeros (semitas)”.13 De hecho, La Reacción (?) es responsable de la publicación de los tres volúmenes del libro Los judíos sobre América, del Dr. Atl, la obra cumbre del antisemitismo mexicano.
Por todo lo anterior, se puede afirmar que La Reacción (?) fue una herramienta de propaganda del Eje en México. Ahora bien, en todo el mundo, el nazismo tuvo aliados estratégicos que esperaban el triunfo del Tercer Reich para tomar el poder en sus respectivos países. La llamada Quinta columna estaba organizada a varios niveles; entre otras cosas, solía mantener frentes de propaganda que solían estar ligados a partidos o grupos políticos concretos. México no fue la excepción a esta estrategia y en las páginas de La Reacción (?) se puede rastrear fácilmente qué agrupación política estaba detrás de este proyecto propagandístico.
Para empezar, entre 1941 y 1942 (los años consultados), ese semanario nazi fue dirigido por el licenciado Aquiles Elorduy, fundador y líder importante del PAN(fue uno de los primeros diputados federales de ese partido; después, en 1947, fue expulsado por declarar contra el clero), pero Elorduy no actuaba de motu proprio. En siete de los sesenta números estudiados, la revista ostentaba, en la contraportada, con grandes letras –a veces a página entera– un listado de colaboradores que conformaban una suerte de comité de redacción, de aval editorial. Esta lista permaneció prácticamente inalterada durante el tiempo que circuló el semanario y los enlistados jamás se deslindaron de la línea de la re vista. Entre los personajes que “daban la cara” por el semanario estaban los más connotados escritores fascistas mexicanos: Nemesio García Naranjo (ministro de Educación de Victoriano Huerta y abogado de compañías petroleras estadunidenses), el Dr. Atl (seudónimo del pintor Gerardo Murillo, prolífico autor de textos antisemitas y pronazis), Rubén Salazar Mallén (comunista converso al fascismo) y Alfonso Junco (representante de la derecha regiomontana). Entremezclados con ellos estaban los nombres del padre fundador del PAN, Manuel Gómez Morín y de otros tres destacados fundadores de ese partido: Gustavo Molina Font, Manuel Herrera Lasso y Pedro Zuloaga. De hecho, Elorduy y Zuloaga colaboraban regularmente en el semanario. Elorduy estaba consciente del autoritarismo hitleriano, pero justificaba así su posición:
…el triunfo de Alemania ha de significar la propagación de hábitos tan benéficos y de normas tan útiles, ¡cómo no suspirar por el triunfo de una causa que pueda influir en México para convertir a su pueblo apático, vicioso, holgazán, ignorante y degradado en pueblo trabajador, técnico, económico, culto, y digno? (...)  considero necesario el mal del nazismo alemán para llegar a ser nación y después ser nación libre…14
Pedro Zuloaga era tan “germanófilo” y pronazi que sus artículos bien podrían haber sido escritos por el ministerio de propaganda alemán.
Pero esto no es todo. La revista le daba espacio a organizaciones filopanistas, como la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF)15 y sirvió como tribuna y portavoz del PAN de manera abierta. El número del 29 de septiembre de 1941 de La Reacción (?) reproduce, íntegro y en exclusiva, el informe de Gómez Morín en el segundo aniversario de la fundación del PAN. Este discurso estaba escrito en un lenguaje elíptico y elusivo, pero encajaba con la línea de la revista: criticaba el agrarismo, la educación socialista, los “malos líderes obreros” y campesinos; arremetía contra “el crudo y primario materialismo, el marxismo político de última hora” del cardenismo. Para rematar, exigía la neutralidad de México en la segunda guerra mundial y, en un momento en que el triunfo nazi parecía inevitable, concluía con un llamado a reconstruir el mundo a partir de los valores tradicionales:
La paz que todos ansiamos y que deseamos justa, humana y generosa, habrá de celebrarse para dar comienzo a la inmensa tarea de reconstrucción (…) Pero en este torbellino de ahora o en el mundo en ruinas que lo sucederá, sólo pueden salvarnos la fé en los valores eternos y la esperanza de que los hombres y los pueblos podrán siempre entenderse con lealtad generosa, al amparo de esos claros valores del espíritu.
Por todo lo anterior, se puede afirmar que La Reacción (?), fundada en 1938, y el PAN, fundado en 1939, fueron dos órganos de un mismo cuerpo político, y que en el momento en que Alemania va ganando la guerra, el semanario nazi fue portavoz de Acción Nacional. De modo que, más que sabios humanistas que tenían fe en el futuro democrático de México, una buena parte de los políticos y escritores que fundaron el PAN en 1939 –el año en que dio inicio la segunda guerra mundial– eran simpatizantes del nazismo.16 Cabe suponer que el nombre de Acción Nacional pareciera estar inspirado en el de dos importantes partidos fascistas: Action Française (partido de restauración monárquica, fundado por Charles Maurras en 1898) y el Partido Nacional Socialista de Hitler.
Hasta donde sabemos, la vocación democrática es incompatible con el fascismo. Si los panistas invocaban la libertad de expresión y la democracia no era para implantarlos, sino como parte de una estrategia para imponer un orden fundado en la religión y los valores “superiores” de la tradición. Esta cultura política que apela a los valores de la democracia como mera estrategia formal para tomar el poder e instaurar un nuevo orden estaba muy expandida en la década de los años treinta, tanto en la derecha como en la izquierda (sólo que los comunistas buscaban imponer el comunismo y la derecha un orden tradicionalista).
Con razón, la derecha le ha reclamado a la izquierda mexicana su pasado estalinista, autoritario y sectario, pero si bien es cierto que en México estuvieron muy activos grupos estalinistas impresentables, también lo es que los trotskistas y los anarquistas denunciaron los horrores de la dictadura de Stalin, que en 1968 el Partido Comunista Mexicano criticó la represión soviética en Checoslovaquia, que los estalinistas se hicieron una fuerte autocrítica antes de la caída del muro de Berlín y que la gran mayoría de la izquierda mexicana hoy defiende la vía democrática y los derechos democráticos.
A lo largo de su historia, Acción Nacional atrajo a ciudadanos que creían en los valores de la democracia (entre ellos, los miembros del Foro Doctrinario), pero la estrategia de usar la democracia como mera fachada siguió viva en el PANmucho después de la derrota mundial del fascismo. En 1955, en una carta a un correligionario, Gómez Morín escribe:
En México, la autoridad debe instaurarse por el sufragio. Por el sufragio universal. Esa es nuestra realidad formal. Más tarde veremos o verán nuestros hijos si se da un voto calificado al jefe de familia, si deben tener representación como tales, los claustros universitarios, los intereses económicos, las comunidades profesionales, las jerarquías eclesiásticas…17
Esta utilización pragmática de la democracia sigue viva en la derecha mexicana y explica el caso de Los Amigos de Fox en el 2000, los fraudes electorales de 2006 y 2012, y las redes clientelares que el PAN le pelea al PRI en 2013.
Origen es destino. No podemos olvidar que, entre los fundadores del PAN, al lado de Elorduy y Zuloaga estaba Luis Calderón Vega, el padre de Felipe Calderón. En el PAN profascista de 1939-1942 –el de La Reacción (?)– parecen estar las raíces de la cultura política que imperó en el sexenio calderonista: la promesa democrática como medio para imponer una visión autoritaria, tradicionalista y clerical, el discurso humanista que encubre la disposición a sacrificar a miles de personas por un fin superior (ya sea acabar con el comunismo, el populismo o las drogas), el recurso de convertir el odio a un enemigo en una causa sagrada (llámese Stalin, Cárdenas, Lombardo Toledano o López Obrador), la idea de que hay grupos humanos inferiores que no tienen derecho alguno (ya sean judíos, chinos, nacos o delincuentes)  y la disposición a someterse a las lógicas de un imperio (llámese el Tercer Reich o Washington).
La derecha mexicana nunca ha practicado la autocrítica; niega y esconde sus horrores y errores. Ha hecho lo imposible por enterrar las pruebas de su pasado nazi, pero conserva su esencia dogmática y autoritaria. Mientras no se haga una revisión profunda y una autocrítica sincera, no podemos esperar nada mejor de esta derecha que el fanatismo, el atraso, la hipocresía y la crueldad. Esta autocrítica debería de comenzar por una revisión de su pasado nazi.

Notas
1 Ver María Teresa Gómez Mont. Manuel Gómez Morín, 1915-1939: raíz y simiente de un proyecto nacional, FCE, 2008 y Carlos Castillo Peraza,Discurso en el centenario de Gómez Morín, Nexos, enero de 1997.
2 Datos en Hugh G. Campbell. La derecha radical en México.1929-1949. México, Secretaría de Educación Pública, 1976, p. 104. Apud. El Sinarquista, mayo de 1941, en Juan Ignacio Padilla. Sinaquismo: contrarrevolución. México, Editorial Polis, 1948.
3 Ver Informe de Harold P. Braman, agregado naval de la Embajada de EU, citado por Juan Alberto Cedillo, Los nazis en México.
4 Por el título del periódico, se puede pensar que pudo ser fundado por el ultraconservador Jesús Guisa y Azevedo, autor del libro La Doctrina Política de La Reacción, pero no hemos podido comprobar esta hipótesis.
5 Pedro Zuloaga. En defensa de la barbarie. La Reacción (?), 28 de abril, 1941, p. 7.
6 Eduardo Pallares. Patrullas y convoyes. La Reacción (?), 5 de mayo, 1941, p. 3.
7 Daniel Jiménez. Tudescos frente a moscovitas, La Reacción (?), 7 de julio de 1941, p. 5.
8 Dr. Atl. Estupefacción, La Reacción (?), 30 de junio de 1941, p. 5
9 Pedro Zuloaga. Esa dignidad cívica. La Reacción (?), 5 de mayo, 1941, p. 5.
10 E. Márquez Gómez. ¿Son un peligro los judíos? La Reacción (?), 28 de abril, 1941, p. 7.
11 Daniel Jiménez. México y el problema judío. La Reacción (?)9 de marzo de 1942, p. 2
12 Antonio R. Bello, Los Dorados, La Reacción (?), 9 de junio de 1941.
13 Dr. Atl. Roosvelt, el gángster de América, La Reacción (?) 1 de agosto de 1941, p. 9.
14 Aquiles Elorduy, Criterio simplista, La Reacción (?), 12 de mayo de 1941.
15 Manifiesto de la UNPF, 22 de diciembre de 1941.
16 Esto implica que los informes de los servicios de inteligencia norteamericana no estaban errados y que los historiadores deben tomarlos más en serio y revisarlos exhaustivamente.
17 Gómez Morín. Carta inédita, Letras Libres, agosto de 2000.
(Texto publicado en La Jornada Semanal, número 953)

sábado, 18 de mayo de 2013

Coloquio: Las figuras del nacionalismo mexicano, la modernización de los imaginarios.Para los que no puedieron asistir al de Ciudad Universitaria esta semana en Acatlán


Coloquio: Las figuras del nacionalismo mexicano, la modernización de los imaginarios.

23 de mayo, 2013.

Auditorio del Programa de Investigación, FES-Acaltán-UNAM.


En el marco de las actividades del Seminario de Prácticas de Inclusión-Exclusión en la Configuración de los Imaginarios Mexicanos.


Jueves 23 de mayo.

Inauguración. 10:00 – 10:20.

Mesa 1.  10:30 – 12:00. Antecedentes del nacionalismo posrevolucionario: criollos, indígena y mestizos
Moderador: Liliana López Levi.
* El nacionalismo criollo novohispano y la configuración de imaginarios culturales mexicanos. Roberto Rodríguez.
* El mestizo en el imaginario nacional de Justo Sierra.
Orlando Ruedas.
* Gamio, el integracionismo y la idea de mestizo.
Guillermo Castillo.

Mesa 2. 12:00-14:00.  La identidad nacional, entre la inclusión-exclusión.
Moderador: Guillermo Castillo Ramírez.
* Un racismo enmascarado de belleza: política y esteticismo en José Vasconcelos, un acercamiento a La raza cósmica y el Timón.
Luis Veloz Montaño.
* El nacionalismo distópico del México posrevolucionario: el caso Caso.
Liliana López Levi y María Elena Figueroa Díaz.
*La noción de “patria” en la poesía de Ramón López Velarde.
José Rafael Yáñez Cital.

Comida. 14:00-16:00.

Mesa 3. 16:00-18:00.  Del nacionalismo posrevolucionario al México moderno.
Moderador: Emiliano López.
El nacionalismo revolucionario de Cárdenas.
Martha Sánchez.
* Orígenes del “pelado” en la reflexión sobre lo mexicano.
Zaira Zulim Galán.
* El Timón: Vasconcelos como vocero de los nazis.
Mauricio Pilatowsky.



Mesa 4. 18:00-20:00. El arte y los imaginarios culturales nacionales.
Moderador: Silvia Olvera.
* Imaginarios de progreso nacional: los almanaques porfirianos.
Luis Felipe Estrada Carreón.
* Música, nación e identidad. El surgimiento del nacionalismo musical en México. 
Emiliano López.
* Cine y ciudad en México: Ismael Rodríguez Ruelas, Luis Buñuel Portolés, Alejandro González Iñárritu y los laberintos urbanos de la identidad mexicana.
José Agustín Sánchez.
* El laberinto de la soledad: Cuerpos imaginarios. El cuerpo del Chuco.
Fabián Ríos.

Clausura. 20:00-20:20. 

lunes, 13 de mayo de 2013

Foto de Vasconcelos con el agente nazi de propaganda en México en 1940.


En la foto inferior derecha se puede ver a José Vasconcelos  con Arthur Dietrich agente nazi de propaganda, enviado a México en 1940 y quién fue el enlace para financiar y promover los 17 números de la Revista El Timón El material se encuentra en la Hemeroteca Nacional.

domingo, 12 de mayo de 2013

Coloquio: Las figuras del nacionalismo mexicano, la modernización de los imaginarios



Coloquio: Las figuras del nacionalismo mexicano, la modernización de 
los imaginarios.
16 y 17 de mayo, 2013. 
Salones 2-9 y 2-10
Anexo de la FFyL, Edificio Adolfo Sánchez Vázquez, CU-UNAM. 
En el marco de las actividades del Seminario de Prácticas de Inclusión-Exclusión en la 
Configuración de los Imaginarios Mexicanos.


Jueves 16 de mayo.
Inauguración. 10:00 – 10:20. 

Mesa 1. 10:30 – 12:00. Antecedentes del nacionalismo posrevolucionario: criollos, 
indígena y mestizos




Moderador: Liliana López Levi.
* El nacionalismo criollo novohispano y la configuración de imaginarios culturales 
mexicanos.Roberto Rodríguez.
* El mestizo en el imaginario nacional de Justo Sierra.
Orlando Ruedas. 
* Gamio, el integracionismo y la idea de mestizo.
Guillermo Castillo.

Mesa 2. 12:00-14:00. La identidad nacional, entre la inclusión-exclusión.

Moderador: Guillermo Castillo Ramírez.
* Un racismo enmascarado de belleza: política y esteticismo en José Vasconcelos, 
un acercamiento a La raza cósmica y el Timón.
Luis Veloz Montaño.
* El nacionalismo distópico del México posrevolucionario: el caso Caso. 
Liliana López Levi y María Elena Figueroa Díaz.

*La noción de “patria” en la poesía de Ramón López Velarde. 
José Rafael Yáñez Cital. 


Tarde

Conferencia Magistral. 17:00. 
Justo Sierra y el centinela católico. Dra. Carmen Rovira. 


Viernes 17 de mayo.

Mesa 3. 10:00-12:00. Del nacionalismo posrevolucionario al México moderno.
Moderador: Emiliano López.
El nacionalismo revolucionario de Cárdenas.
Martha Sánchez.
* Orígenes del “pelado” en la reflexión sobre lo mexicano.
Zaira Zulim Galán.
* El Timón: Vasconcelos como vocero de los nazis. 
Mauricio Pilatowsky.

Mesa 4. 12:00-14:00. El arte y los imaginarios culturales nacionales.

Moderador: Silvia Olvera. 
* Imaginarios de progreso nacional: los almanaques porfirianos.
Luis Felipe Estrada Carreón. 
* Música, nación e identidad. El surgimiento del nacionalismo musical en México. 
Emiliano López.
* Cine y ciudad en México: Ismael Rodríguez Ruelas, Luis Buñuel Portolés, 
Alejandro González Iñárritu y los laberintos urbanos de la identidad mexicana.
José Agustín Sánchez. 
* El laberinto de la soledad: Cuerpos imaginarios. El cuerpo del Chuco.
Fabián Ríos. 



jueves, 9 de mayo de 2013

Reseña del libro: El Antisemitismo y la Ideología de la Revolución Mexicana, de Claudio Lomnitz


Reseña del libro: El Antisemitismo y la Ideología de la Revolución Mexicana, de Claudio Lomnitz[1]

La Revolución mexicana fue un evento histórico al que se le han dedicado muchas investigaciones dentro y fuera de México; por lo mismo es difícil que podamos encontrarnos con aportaciones demasiado reveladoras en los estudios que se están realizando. En este escenario destaca de manera especial lo que el autor del libro El Antisemitismo y la Ideología de la Revolución Mexicana nos ofrece; Claudio Lomnitz encuentra que la ideología antisemita no estuvo ausente en el entramado discursivo que acompañó a este conflicto. Su hallazgo adquiere particular relevancia ya que, como él mismo lo señala, la presencia judía en esos años era realmente muy escasa[2] por lo que nos encontramos con lo que define como “antisemitismo sin judíos”.
En realidad, el antisemitismo mexicano de principios del siglo xx ayudó a dar forma a una modalidad de nacionalismo revolucionario dependiente, hipermasculino y autoritario. Este ensayo es una contribución a la historia política del nacionalismo revolucionario; asimismo, ofrece algunas perspectivas metodológicas para el análisis de otros casos de antisemitismo sin judíos.[3]

En este breve texto, que fue escrito originalmente en inglés, nos encontramos inmediatamente con una descripción desconcertante; estamos esperando que nos detalle los términos de esta expresión mexicana de odio a los judíos y más bien con lo que nos encontramos es con algo distinto; con el rechazo y descalificación de lo que él presenta como odio a los científicos. “Una de las características curiosas de la Revolución mexicana es el odio generalizado que los revolucionarios expresaban contra la élite tecnócrata de la dictadura, los llamados científicos.”[4] La mayoría del trabajo se ocupa de explicar quienes fueron estos personajes de la historiografía mexicana y cómo y por qué, fueron los “villanos” a los que se les responsabilizó de las políticas del dictador Porfirio Díaz. El tratamiento del antisemitismo pareciera un complemento de aquel que le brinda al análisis de aquellos que los revolucionarios llamaban “científicos”.
El texto de Lomnitz confunde ya que nos promete hablar de “antisemitismo” y a lo que le dedica más espacio es al tema de estos intelectuales positivistas. Sin embargo, la recuperación del discurso antisemita, aunque sea sólo en forma tangencial, permite comprender el conflicto mexicano más allá de un asunto regional. Como lo explica el mismo autor, al recurrir al discurso del odio a los judíos no habiendo presencia significativa de ellos en el país, lo que se está haciendo es “importar” de Europa los mecanismos de exclusión sin reparar siquiera en la falta de correspondencia con la realidad. Al respecto comenta:  “En este texto se buscará demostrar que el sentimiento en contra de los científicos tuvo como molde el antisemitismo moderno; incluso se sugiere que este último desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la ideología nacionalista en las nuevas condiciones de dependencia.”[5]
Para poder comprender cómo llega el autor a relacionar este fenómeno muy local con una ideología excluyente “importada” de Europa es importante detenerse en la descripción que hace de lo primero. En su genealogía, Lomnitz nos traslada al año 1892 cuando el dictador iniciaba su cuarto periodo presidencial, en ese momento  “Díaz pidió a un grupo y talentosos jóvenes liberales, encabezados por Justo Sierra, que organizarán algo parecido al estilo de las elecciones primarias estadounidenses con el propósito de que lanzaran su campaña por la presidencia.”[6]

A partir de ese momento, se satirizo a los firmantes del manifiesto de la Unión Liberal con el mote de <<los científicos>>, con lo que se hacía mofa de su pretensión de establecer un fundamento científico para la administración de las políticas públicas; sin embargo, el terminó fue ambiguo desde sus orígenes, ya que se refería tanto al estrechó grupo de ideólogos que habían organizado la Unión Liberal como al partido que habían buscado constituir; además, aunque los científicos apoyaba a la reelección de Díaz, también promovían reformas destinadas a llevar la dictadura hacia un sistema institucional moderno.[7]

Para comprender cómo este término se convirtió en un mote descalificador utilizado por los distintos grupos opositores debemos, según nos dice el autor, considerar que en su origen nos encontramos que las ideas científicas de la época se confrontaban con los principios católicos fuertemente arraigados en la población mexicana y en particular por las clases conservadoras que veían amenazados sus intereses económicos por el impulso a la industrialización del país que promovía Díaz.

Lo curioso, no obstante, es que la primera facción que emprendió los ataques verbales públicos frontales en contra de los científicos no fue una facción rival en el seno del gobierno de  Díaz y el grupo <> puramente ideológico. Por el contrario, el vitriolo temprano en contra de los científicos tuvo su origen en una escaramuza entre los católicos –que se encontraban en una posición ambigua o con respecto al régimen de Díaz-y los liberales, escaramuza en la que los católicos eligieron a los científicos como un útil instrumento para atacar la política gubernamental, al mismo tiempo que dictaban un enfrentamiento directo con el dictador. El contexto fue el caso Dreyfus y el tema, la guerra entre España y los Estados Unidos y la relación de México con el catolicismo y con una alianza católica panlatina.[8]

Para los sectores conservadores católicos las posturas positivistas representaban una amenaza contra los valores tradicionales, en el caso de otros sectores de la población que también eran opositores de la dictadura la descalificación a los científicos se construyo de otra manera. Para los ideólogos nacionalistas por un lado y los radicales de izquierda por el otro, lo que representaba una amenaza era la invitación a la inversión extranjera con el apoyo de nuevas tecnologías y la industrialización que se le acompañaba. Esto significaba una competencia para los capitales nacionales y una explotación de las clases trabajadoras; lo primero afectaba a los liberales nacionalistas y lo segundo a los trabajadores. Por esta razón la condena a los científicos  provenía de todos los sectores y sus referentes eran confusos.

A pesar de la incertidumbre que encierra el referente, no hay un solo revolucionario mexicano que no haya utilizado el término científico con aborrecimiento, a tal grado que se convirtió en sinónimo de traición y corrupción. Los grupos radicales de anarquistas y socialistas - tanto entre los magonistas, como entre los zapatistas - eran quizá los más vehementes a ese respecto, puedes redefinieron la Revolución en conjunto con una rebelión justificada en contra del abuso de los científicos: [9]

Lomnitz encuentra en los archivos una extraña asociación entre el mote “científicos” y el de “judíos”, en sus hallazgos descubre que esté paralelismo se relaciona con lo que estaba sucediendo en Europa, particularmente con el caso Dreyfus, que como es sabido consistió en una falsa acusación de traición a un oficial francés de origen judío. Este proceso antisemita fue muy famoso, entre otras cosas, por la denuncia que hizo en su momento el escritor Émile Zola. En México, los distintos sectores fijaron su postura con respecto a lo que sucedía en Francia.

Durante el desarrollo del suceso, los escritores más elocuentes de entre los científicos - especialmente Justo Sierra y Francisco Bulnes - se pusieron de parte del Dreyfus; y los periódicos dominados por los científicos, El Mundo y El Imparcial, adoptaron de manera predominante la línea pro Dreyfus, que también era una posición en contra de la Iglesia, el militarismo y la alianza católica <> fomentada por el papa León VIII. [10]

Para los católicos conservadores, los pronunciamientos de los liberales positivistas a favor de Dreyfus se asociaron con sus ideas anticlericales, aunado a esto debemos considerar que en estos sectores ya existía un odio antijudío de carácter religioso. Su postura era que “los científicos - y sus periódicos - como los judíos de México, estaban vendiendo el país a una potencia extranjera, los Estados Unidos, en lugar de tomar el partido de su propia sangre latina y propia religión católica.[11] Lo interesante es que, de haber sido una iniciativa del sector católico conservador, esta asociación entre los términos “científicos” y “judíos” fue retomada por los revolucionarios, Lomnitz nos presenta un fragmento donde Francisco Villa expresa lo siguiente: “será sencillamente, no la garantía del triunfo para Carranza sino la base más segura de su ruina completa y de su desprestigio, porque es la obra de los científicos y de los judíos;” [12]
Para encontrar una posible explicación a esta manifestación de un “antisemitismo sin judíos” Lomnitz, hace suya la interpretación de Moishe Postone, “quien, a manera de prolongación de las conclusiones de Hannah Arendt, Marx Horkheimer y Theodor Adorno argumentaba que,[…]los judíos se convirtieron en una obsesión <> del capitalismo abstracto.”[13] Su referencia directa a los estudios de estos pensadores nos permite suponer que entiende el antisemitismo a partir del estudio de los mecanismos excluyentes de la modernidad y no como una expresión concreta de odio a los judíos. La investigación no avanza demasiado en esa dirección, se limita a presentar lo encontrado. Más que una respuesta, Lomnitz nos deja con varias interrogantes, abre la pregunta: “¿Cuál fue la importancia histórica esa forma antisemita de la retórica en contra de los científicos?” nos advierte que se “trata de dos cuestiones […]: una de ellas se relaciona estrechamente con la cuestión del antisemitismo en México, mientras que la otra se refiere a la amplia relación entre la raza y el nacionalismo dependiente”.[14]
Es aquí donde ya no podemos avanzar más, nos ha demostrado que sí hubo antisemitismo en México y que “corresponde a los arcaicos prejuicios católicos: los judíos considerados como los míticos personajes que mataron a Jesús”.[15] Pero, al no haber judíos, queda claro que debemos encontrar contra quiénes iba dirigido este odio, en el caso específico de este momento histórico los que aparecen como “chivos expiatorios” son los llamados “científicos”, pero como el mismo autor lo señala, no son un referente claro.
En resumen, cuando se lo examinar de cerca, el objeto del odio por los científicos se torna asombrosamente inestable. Se los odiaba en conjunto, pero frecuentemente se los respetaba como individuos; podían ser muy corruptos, pero no lo eran más que los otros sectores de la élite; se criticaba sus doctrinas, pero también se las adoptaba; eran intermediarios de las inversiones extranjeras, pero también lo fueron todas y cada una de las demás élites nacionales de la época, entre ellas algunos prominentes miembros de la élite postrevolucionaria; sin embargo, esa quimera fue el archivillanismo, el verdadero motivo, la causa última de la revolución. 35 
A manera de contribución nos parece que lo que encontramos en el discurso posrevolucionario, es un nuevo “engendro” que permitió relacionar “raza” y “nacionalismo dependiente”: el “mestizo”. A partir de este “objeto racial” los constructores del nacionalismo mexicano consiguieron amalgamar las diferencias en el fundido de una “raza de bronce”, donde lo indígena podría “irse” blanqueando con la ayuda del “espíritu santo[16].


[1] Claudio Lomnitz, El Antisemitismo y la Ideología de la Revolución Mexicana, traducción Mario Zamudio, México, Fondo de Cultura Económica,  2012
[2] “En tal contexto, la escasez de judíos vivos y reales entre los científicos parece haber importado muy poco. La presencia de judíos en México en la época era muy modesta, si bien es difícil calcular su número real. Basándose en los apellidos que sonaban a judío, Corinne Krauze calculó que, entre 1877 en 1910, se naturalizaron como mexicanos 140 judíos, lo cual representaba 5% del número total de extranjeros que habían adoptado la nacionalidad mexicana durante ese período. El número de judíos no naturalizados debe de haber sido considerablemente más alto; sin embargo, el total debe de haber sido muy bajo. La primera congregación religiosa se estableció en 1908 en la ciudad de México, más de 10 años después de que estallara el escándalo Dreyfus. Ibid. p 83
[3] Ibid. p. 11-2
[4] Ibid. p. 7
[5] Ibid. p. 9
[6] Ibid. p. 19
[7] Ibid. p. 21
[8] Ibid. pp. 39-40
[9] Ibid. pp. 27-28
[10] Ibid. p. 42
[11] Ibid. p. 47
[12] Ibid. p. 74. Ver: Francisco Villa, Manifiesto de Agua Prieta, 5 de noviembre de1915, en  Romance histórico villista, editado por Antonio Delgado, Chihuahua, s.f., p. 164.
[13] Ibid. p. 81
[14] Ibid. p. 79
[15] Ibid. p. 80
[16] El lema de la Universidad Nacional Autónoma de México que acuñó José Vasconcelos en 1921 es “Por mi raza hablará el Espíritu”.  Este personaje, fue uno de los principales constructores del proyecto nacional posrevolucionario. Este personaje se distinguió por su hispanismo católico, su crítica al positivismo, su anti indigenismo y antisemitismo.
Publicado en Constelaciones Revista de Teoría Crítica Vol. 4 (2012) 
Antisemitismo: Clave civilizatoria y funcionalidad social. pp. 484-488