sábado, 29 de octubre de 2011

Exclusión y violencia en la configuración de los imaginarios mexicanos

Gracias a los organizadores de este Congreso, en particular a Marco Antonio Jiménez por la invitación a  participar en esta mesa.
            Lo que a continuación presentaremos es parte de una investigación más amplia que venimos desarrollando desde hace varios años en el marco de un seminario que tiene como título: Prácticas de inclusión exclusión en la configuración de los imaginarios mexicanos. Por economía de tiempo nos limitaremos a exponer uno de los aspectos que se están trabajando y que de alguna manera se relaciona con la temática general de esta mesa; analizaremos el papel que jugó el muralismo mexicano como mecanismo configurador de la identidad nacional y la violencia que acompañó este momento de la historia mexicana. Tres personajes centrales de la historiografía oficial serán parte de este breve relato; nos referimos al promotor del muralismo; José Vasconcelos y a dos de las figuras más importantes de este movimiento: a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros.
            Antes de dar inicio a la presentación de los datos históricos y de su interpretación, nos parece conveniente dedicarle un espacio a la exposición del marco teórico.
1. Imaginarios nacionales
El concepto de imaginario generalmente se asocia con lo fantasioso, ilusorio y distante de la realidad; no es éste el sentido empleado aquí, nos referimos a él como un componente inteligible de la realidad que podemos encontrar en diversas formas de representación, y que es fundamental para la construcción de la vida social. El término hace referencia a productos de la imaginación colectiva que se aceptan como entidades reales.
            En el caso de los imaginarios nacionales lo que se busca es crear la ilusión de una pertenencia a un mismo proyecto que tiene un origen común y se orienta a un destino compartido. Esta clase de imaginarios se apoyan en la reconstrucción de un pasado que hace sentir los individuos que son miembro de una gran familia; como medios de identificación se recurre a símbolos como la bandera, el himno nacional, los próceres de la patria, o a la selección nacional de futbol.
            Esta operación requiere de un elemento amalgamador de identificación y de exclusión. Para lograr que un individuo de Toluca pueda sentir que un Yucateco o un Norteño son su sangre y  que  otros de Guatemala o Costa Rica son extraños, se requiere de todo un sistema de ingeniería social y sicológica; es decir de configuración de imaginarios. Entremos a la historia.
2. La historiografía oficial
En esta ocasión hablaremos del período posrevolucionario que va del fin de la lucha armada  a la Segunda Guerra Mundial.          En esta etapa los debates ideológicos y las luchas por el poder se acompañan de una violencia extrema, sin embargo, la historiografía oficial  va reconstruyendo lo sucedido, “maquillando” los conflictos y haciéndonos creer que el interés por el proyecto de nación terminó imponiéndose  por encima de las divergencias ideológicas.
            En ese sentido se busca salvar a cada uno de los personajes del relato. Nos los presentan como un ejemplo de aquellos que pusieron al lado sus creencias particulares y sus posturas ideológicas para pintarle un rostro al mexicano; en grandes murales diseñados para un pueblo mayoritariamente analfabeta. Lo que a continuación presentaremos es una breve revisión a contrapelo de esta fábula.
3. Vasconcelos el nazi
Comenzaremos con Vasconcelos; fue rector de la Universidad Nacional de México y poco tiempo después Secretario de Educación Pública. Desde joven sus ideas racistas, pro hispanas y profundamente católicas, estuvieron presentes; es falso afirmar que tuvo una transformación después de la derrota en su lucha por la presidencia en 1929.  A continuación tan sólo unos ejemplos, en 1920 en su discurso, cuando asumió la rectoría, definió así el papel de la Universidad Nacional: Seamos los iniciadores de una cruzada de educación pública, los inspiradores de un entusiasmo cultural semejante al fervor que ayer ponía nuestra raza en las empresas de la religión y la conquista[1] y más adelante continúa diciendo: “esto que teóricamente parece muy sencillo es, sin embargo, una de las más difíciles empresas, una empresa que requiere verdadero fervor apostólico[2] O su propuesta sobre la Raza Cósmica, que en la historiografía oficial se nos presenta como la de un mestizaje antiracista, pero que en realidad es una propuesta de blanquear a las razas inferiores a partir de una selección estética y clasista; al respecto escribe:
“Donde manda la pasión iluminada no es menester ningún correctivo.  Los muy feos no procrearán, ¿Qué importa entonces que todas las razas se mezclen si la fealdad no encontrará cuna? La pobreza, la educación defectuosa, la escasez de tipos bellos, la miseria que vuelve a la gente fea, todas estas calamidades desaparecerán del estado social futuro.  Se verá entonces repugnante, parecerá un crimen el hecho hoy cotidiano de que una pareja mediocre se ufane de haber multiplicado miseria.”[3]

Y para que no quede duda alguna de lo que se refiere agrega: “Los tipos bajos de la especie serán absorbidos por el tipo superior.  De esta suerte podría redimirse, por ejemplo, el negro, y poco a poco, por extinción voluntaria, las estirpes más feas irán cediendo el paso a las más hermosas.”[4]
En este sentido no es extraño que el 1940 editara una revista con financiamiento directo de los nazis como herramienta de propaganda la cual se llamó El Timón y editó 17 números. Podríamos seguir presentando ejemplos de su apoyo a los sinarquistas, de su prólogo al libro de Borrego donde niega el Holocausto, de sus posturas antiindigenistas o antisajonas, pero el tiempo no nos lo permite. Lo que nos debe quedar claro es que el verdadero formato del lema de la UNAM debería ser ¡Por mi raza blanca e hispana hablará el espíritu santo!
4. Diego Rivera el Criptojudío
El siguiente personaje, cuya biografía se ha reconstruido a conveniencia del relato oficial es Diego Rivera; sobre él también podríamos hablar mucho pero el tiempo no nos lo permite así que tan sólo destacaremos una faceta de su vida que se conoce poco, el de su identificación con los judíos.
            Alicia Gojman en un ensayo[5], nos presenta esta faceta de Diego Rivera, nos comenta que al asistir a una reunión de la comunidad judía contra el fascismo dijo lo siguiente: No he venido aquí como un extraño, sino como uno de ustedes, porque pertenezco a ustedes.[6] En una entrevista que le hacen para una revista judía en esos mismos años le responde a la entrevistadora: Seguramente tengo en mis venas sangre judía. Una de mis antepasadas y no muy lejana de nuestra época fue una “Acosta”. No cabe duda que pertenezco por eso a la gran familia sefaradita ibero-holandesa, cuyo nombre se inmortalizó con el célebre Uriel.[7]
            Recordemos que se conocen como criptojudíos o marranos a los que profesaban públicamente la fe católica pero en secreto cumplían con algunos rituales judío; estos fueron perseguidos tanto en España como en la Nueva España por la inquisición. Esta extraña afirmación de Rivera, donde se identifica con estos perseguidos, puede entenderse según Gojman[8], a partir de su relación con los judíos europeos de izquierda que llegaban a México escapando del fascismo, por otro lado su relación con Trotsky también fue determinante. Como es sabido, abogó para que Cárdenas lo recibiera en México y lo hospedó una temporada en su casa. Este sentir de Rivera quedó plasmado en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central que pintó en 1947 y donde el martirio de un cripto- judío da inicio a su relato.
5. David Alfaro Siqueiros el Asesino
Con respecto al otro gran muralista, David Alfaro Siqueiros, lo que la historiografía oficial busca siempre dejar en un segundo plano es su participación en los planes para asesinar a Trotsky por instrucciones de Stalin como parte de su obediencia acrítica al totalitarismo soviético. Si bien es cierto que su intervención no llevó a la muerte del disidente, fue parte de todo el operativo que llevaría a su asesinato tres meses después. En sus memorias confiesa: Nunca negué y no niego ahora que mi participación en el asalto a la casa de Trotsky el día 24 de mayo de 1940, objetivamente, conforme a la ley imperante, constituyó un delito […].[9]
6. Peinando a contra pelo
Lo que nos presenta esta breve descripción de los personajes es todo lo que los murales ocultan, que el que los promovió y financió fue un racista, antisemita, con ideas católicas radicales, admirador de Franco, Hitler y Mussolini, que uno de los muralistas fue un Estalinista dogmático que a final de cuentas estuvo dispuesto a cometer un asesinato y que el otro se sentía identificado con aquellos disidentes que huían de los nacionalismos y de las ideologías excluyentes.
7. Las relaciones entre ellos
Para darle fuerza al argumento es interesante recuperar algunos momentos estelares de las relaciones de estos tres personajes y de esta manera disipar cualquier duda sobre una supuesta similitud de posturas.      Al inicio de la relación, nos referimos a principios de los años veinte, parecía haber un acuerdo entre el político y los pintores, es así como lo define el propio Siqueiros: En esa época de la transformación de nuestro pensamiento estético pudimos […], conseguir un Médicis para la protección económica de nuestra tarea y ese Médicis se llamó José Vasconcelos. Hombre de gran frondosidad dinámica mental y física, se comprometió a sostener nuestros primeros ensayos en su carácter de Secretario de Educación Pública. [10]
            También Diego Rivera en 1923 se expresó  positivamente del político, al hablar del arte que se esta haciendo, y como respuesta a una crítica dijo que: “el hecho fue solamente gracias al apoyo de ciertos revolucionarios de ayer, hoy en el poder (el primero en obrar fue Vasconcelos, sirviéndose de su autoridad de ministro Educación Pública), los pintores tuvieron ocasión de trabajar y trabajaron en forma que no habían hecho antes.[11]
            Al poco tiempo comenzaron los conflictos, los pintores se agruparon en un sindicato y comenzaron a presionar a Vasconcelos el cual se burlaba de ellos y de sus ideas; en sus memorias escribió lo siguiente:
…. Y eso que me divertí con ellos cuando organizaron su sindicato, [^]
   Así es que cuando se me presentaron sindicalizados, precisamente los que no hacían labor, divertido sonriendo, les contesté:
   - Muy bien; no trato ni con sindicatos, ni con ustedes; en lo personal, prefiero aceptar a todos la renuncia; emplearemos el dinero que se ha estado gastado en sus murales, en maestros de escuela primaria. El arte es un lujo, no necesidad proletaria; lujo que sacrifico a los proletarios del profesorado.
   La cara que pusieron fue divertida. Se retiraron confusos. Sin embargo contaban con mi amistad y no tuvieron que arrepentirse. Al salir le rogaron a alguno de los secretarios: Dígale al licenciado que no vaya a cesarnos; seguiremos trabajando como antes.[12]

            Pero las cosas se fueron volviendo cada vez más ríspidas entre los tres, a final de cuentas Vasconcelos descalificó al muralismo; escribió lo siguiente:
“Hasta hace poco se creía que las transformaciones económicas que en la actualidad están teniendo lugar en la sociedad, producirán un gran arte: proletario en Rusia, popular en México. Por falta de un espíritu religioso, estos movimientos permanecerán incompletos tanto social como artísticamente. En Rusia han caído en lo grotesco y en México en la abyección de cubrir muros con efigies criminales.” [13][se refería a los revolucionarios]


            Diego Rivera también rompió con Vasconcelos y le dedicó un rincón del mural de la SEP “en la serie baládica, entre los diseminadores de la falsa sabiduría; sentado, en señal de su teosofía y mal digerido misticismo oriental, en un pequeño elefante blanco”[14]. Raquel Tibol comenta al respecto que: En El desastre Vasconcelos explicó ese retrato simbólico en términos que seguramente no estaba lejos de la verdad:[y reproduce lo escrito] ‘cuando empezó a ladrar el callismo con lo que escribía desde mi destierro, el gran Diego Rivera me retrató en el patio posterior del edificio que había yo levantado con imposición infame, mojando la pluma en estiércol. 75
            Con respecto a la relación de Rivera con Siqueiros la misma Tibol comenta que: La controversia entre ambos artistas fue un enfrentamiento sin tapujos entre un trotskista y un stalinista, que habían comenzado a ubicarse en posiciones contrarias después de su coincidencia en Moscú en 1928, cuando Rivera simpatiza con la oposición de izquierdas. [15] Siqueiros acusó a Rivera de dilletanti, snob, turista mental, “Picasso en Azteclandia”, sumiso al gobierno, confusionista, oportunista sindical, demagogo, técnicamente retrasado y de pintor oficial de la nueva burguesía. [16] Rivera no se quedó atrás y acusó a Siqueiros de estalinista.
8. Conclusiones:

En este episodio de la historia mexicana en la que se pintaron los muros de su identidad se reconstruye la memoria en esta suerte de olvido ideológico. Lo que la mirada a contrapelo descubre detrás de estas monumentales obras pictóricas es la confrontación de diversas ideologías y de los personajes que las fomentaron.
            Podemos descubrir a un fascista con ideas racistas y de un catolicismo intransigente que contrató a un Estalinista que obedecía los dictados de Moscú y que se asoció temporalmente con un hombre que cuestionó las líneas principales del imaginario mexicano y que para expresar su distanciamiento se identificó con los exiliados judíos europeos a partir de la fabricación de otro imaginario; el de su supuesta sangre cripto-judía.
            La exclusión y la violencia fueron los ingredientes ocultos que acompañaron la creación de lo que hoy podemos admirar como la representación pictórica de la identidad mexicana. Para olvidar no hay nada más apropiado que inventarse una historia, en el caso que presentamos vemos cómo nos inventamos una imagen.  En ese sentido la afirmación que haría Walter Benjamin en sus tesis sobre la historia nos incluye, ahí escribe: No hay un solo documento de cultura que no sea a la vez de barbarie. Y si el documento no está libre de barbarie, tampoco lo está el proceso de transmisión de unas manos a otras. Por eso el materialismo histórico toma sus distancias en la medida posible. Considera tarea suya cepillar la historia a contrapelo.[17]
¡Muchas gracias¡
Toluca, Edo. México a 27 de octubre de 2011

           


[1] J. Vasconcelos, Discursos 1920-1950, Ediciones Botas, México 1950, p.11
[2] Ibid. p.12
[3] J.Vasconcelos, La Raza Cósmica, México, Editorial Porrúa, 2001. p 26
[4] Ibid. 27
[5] A. Gojman, Diego Rivera y la comunidad judía de México, en Diego Rivera y la Inquisición; Un Puente en el Tiempo, CONACULTA, México, 2008,  p. 158
[6] A. Gojman, Diego Rivera y la comunidad judía de México, en Diego Rivera y la Inquisición; Un Puente en el Tiempo, CONACULTA, México, 2008,  p. 158
[7] Feibelman de, Teresa, Diego Rivera nos dijo, en: Tribuna Israelita; Órgano Mensual de la Béne Berith,  Año III, - No. 28 México, D.F. Marzo de 1947, pp. 8-10. p.8
 p.8
[8] Gojman, op. cit. p. 151
[9] David Alfaro Siqueiros, Me llamaban el Coronelazo (memorias), Grijalbo México 1977, 369
[10] Ibid, p.167
[11] Raquel Tibol, Diego Rivera luces y sombras, Lumen, México, 2007. p. 70
[12] D. W. Bertram, La fabulosa vida de Diego Rivera, Dirección General de Publicaciones y medios y Editorial Diana, México, 1972. p.143
[13] Ibid. p.176
[14] Ibidem.
[15] Siqueiros David Alfaro,El camino contrarrevolucionario de Rivera”, en: Tibol Raquel: Palabras de Siqueiros; selección, prólogo y notas de Raquel Tibol, Fondo de Cultura Económica, México 1996. p.113
[16] Ibid. 115-120
[17] Benjamin Walter, Tesis sobre filosofía de la historia, en: Mate, Reyes. Medianoche en la historia. Comentarios a las Tesis de Walter Benjamin <>, Trotta, Madrid, 2006, p.130