Publicado como:
Mauricio Pilatowsky, "El lugar de los judíos en el tribunal de Reyes Mate" en: Francisco José Martín (Ed.) Antes de que decline el día: Reflexiones filosóficas sobre otro mundo posible (diálogos de y con Reyes Mate), Ánthropos, Madrid, 2020. págs. 241-252
Mauricio Pilatowsky
“El Mesías llegará apenas sea posible el
ilimitado individualismo de la fe, apenas nadie piense en destruir tal
posibilidad; nadie tolerará tal destrucción, de manera, en suma, que se puedan
abrir los sepulcros.”[1]
(Franz Kafka, Consideraciones
acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el camino verdadero)
1.
Presentación
Hace un par de décadas, en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional Autónoma de México, Reyes Mate presentó su libro Memoria de Occidente, Actualidad de pensadores
judíos olvidados.[2] Su propuesta tuvo entonces una resonancia limitada para los filósofos
mexicanos alejados de la temática que abordó, el pensamiento judío europeo y
las reflexiones sobre el Holocausto no se encontraban en el horizonte temático
de la academia mexicana. Más de veinte años después las cosas han cambiado y en
gran medida gracias a la difusión de la obra de este gran filósofo español.
Esta situación se replica en muchos países de Hispanoamérica, a Reyes Mate se
le estudia en Argentina, Colombia, Perú y Chile es ya un referente para
investigaciones académicas y en seminarios de investigación.
En este volumen podemos encontrar una prueba
del alcance de sus enseñanzas ya que es el resultado de un encuentro donde
acudimos investigadores de varios países a rendirle homenaje. Nuestra
contribución parte del análisis de su su última obra: El tiempo, tribunal de
la historia[3] en donde encontramos
una articulación de las ideas centrales de su pensamiento desde una perspectiva
donde se revalora el papel de la religión frente a las demandas modernas de
secularización. En este singular tribunal, donde el acusado es el quehacer
filosófico después de Auschwitz, citaremos a declarar a Reyes Mate como un
testigo de la defensa. En la primera
parte y de manera muy resumida presentaremos las líneas generales de su obra
filosófica y en la segunda daremos cuenta de su reflexión sobre las distintas
concepciones del tiempo en la modernidad
y en el lugar que para él ocupan los judíos en la posibilidad de un futuro
mejor para la humanidad.
2. Bosquejo general
de las aportaciones de Reyes Mate
En un bosquejo preliminar se podría describir la obra de Reyes Mate como
un rico compendio de variaciones que responden a la aporía que el mismo define
como el imperativo de la filosofía después del Holocausto[4]:
pensar lo impensable o reconocer que Auschwitz fue un evento impensable que da
para pensar. Es a partir de esta paradoja que recupera la propuesta de su
maestro Johannes Baptist Metz que considera a la memoria como una categoría
central de la filosofía.[5]
Este hiato
entre previsión y acontecimiento, entre campo de concentración y Auschwitz,
significa que podemos considerar Auschwitz como el caso singular de una teoría
sino como algo impensable por la teoría y, por tanto, algo que da que pensar
por sí mismo. Lo impensable del acontecimiento para la teoría es lo que al
mismo tiempo constituye a Auschwitz como acontecimiento que inaugura una
reflexión. Propia de esta reflexión es la referencia a un acontecimiento que
está detrás de nosotros, que ya ha sido y que, precisamente por eso, por su
carácter fontanal que ya ha tenido lugar, es objeto de la memoria. La memoria
surge del hiato entre incomprensibilidad y conocimiento y es la categoría
adecuada al carácter inaugural, originario del acontecimiento. Si Auschwitz es
lo que da que pensar, lo es debido a la presencia constante en nuestro presente
de un acto pasado que está presente a la razón gracias a la memoria. [6]
Desde esta
postura, que define como un imperativo para la filosofía después del Holocausto,
Reyes Mate introduce, o más bien rearticula, otro ámbito de la experiencia
humana: el sufrimiento. En este sentido se propone recoger los testimonios de
las víctimas del proceso civilizatorio en general y el de la catástrofe de la
Ilustración en particular[7]. La memoria de la que habla está ligada al
sufrimiento y por lo mismo, a su entender, debe recuperar lo que los excluidos
tienen que decir con respecto al progreso.
En Auschwitz
murieron millones de personas de muchas naciones y creencia, sin dejar de
reconocer este hecho, Reyes Mate centra el genocidio Nazi en su carácter
antisemita y por lo mismo les pone particular atención a las víctimas judías. La
Shoah, por utilizar el término hebreo, debe entenderse como el trágico
desenlace de un proceso de exclusión que acompaña la convivencia milenaria
entre cristianos y judíos pero que a partir de la Ilustración se vuelve
virulentamente asesina. La memoria de Auschwitz, según el filósofo español,
debe articularse recogiendo el testimonio de las víctimas de este proceso de
exclusión y exterminio y son los llamados “pensadores judíos” los elegidos para
esta tarea, para “conjurar la amenaza
que gravita sobre una crítica frívola de la Modernidad.”[8]
Para justificar
esta manera de hacer memoria Reyes Mate nos advierte que “lo de menos es que
los pensadores que animan esta reflexión sean judíos. Lo realmente importante
es su experiencia como judíos.”[9] Esta afirmación es central ya
que lo que motiva su revisión, según nos aclara el autor, no tiene que ver con
su identidad en sí y por lo mismo tampoco se trata de hacer un estudio del
judaísmo como tal, sino con el lugar desde donde reflexionan, es decir que el
valor de sus contribuciones está determinado por su condición de víctimas. “No
se trata, por supuesto, de añadir un capítulo más a la metafísica occidental.
[…]Basta la autoridad de los sueños marchitos. Basta la autoridad del
sufrimiento.”[10]En su
compromiso por recoger los testimonios de los pensadores judíos, Reyes Mate nos
introduce a un universo conceptual de una riqueza incalculable son muchos y muy
variados los autores que revisa y dentro de todos al que le dedica un lugar
especial es a Walter Benjamin y en particular a sus tesis sobre la filosofía de
la historia.[11]
La propuesta
filosófica de revisar el saber a partir de la autoridad de la víctima y por
medio de la memoria no se limita al campo epistemológico va más bien dirigido
al de la ética y la política, en ese sentido podemos afirmar que una de las
principales preocupaciones de Reyes Mate es la justicia. Su posición al respecto
va en consonancia con lo que ya hemos expuesto: con la autoridad de la víctima.
A diferencia de otras teorías políticas en donde se parte de un análisis del
concepto, él propone partir de la interpelación del sufrimiento, es decir de la
injusticia que no busca consensos racionales sino acciones prácticas y
respuestas inmediatas. “La reflexión sobre la justicia, en este contexto, no
podría darse en clave de consenso, pues faltan las condiciones sociales y
políticas para un lenguaje común, sino de interpelación desde la experiencia de
injusticia. El que sufre la injusticia no plantea consensos, sino que exige
respuestas.”[12]
Para finalizar
este bosquejo de la obra de Reyes Mate es necesario señalar que su aproximación
parte de una postura religiosa católica que siendo poco ortodoxa y radicalmente
crítica no deja de reivindicar que a final de cuentas no es posible responder a
la interpelación de las víctimas y hacer justicia excluyendo a la religión.
“Mantener al tipo de hombre que hemos conocido
ese que se pregunta alguna vez en la vida qué debo hacer, que puedo conocer o
qué me cabe esperar; ese hombre, el mismo que frente a las víctimas de
Auschwitz, reconoce que tiene que hacerse cargo del daño que causa el hombre,
ese tipo de hombre no puede pensarse, ni seguramente mantenerse, al margen de
lo religioso. Al menos, deberíamos discutirlo por si acaso”[13]
3.
El lugar de los
judíos en la teología cristiana de Reyes Mate
Reyes Mate, en
su obra El tiempo tribunal de la historia, coloca como eje central las
concepciones del tiempo que, a su entender, han determinado la organización de
la vida colectiva: la apocalíptica y la gnóstica[14]. Debemos aclarar que su
aproximación parte de un análisis teológico de la tradición judeo cristiana
cuya dialéctica ha desembocado en la catástrofe[15] y por lo mismo la posibilidad
de terminar con la barbarie y reconstituirnos como una humanidad fraterna debe
transitar por esta misma vía con la mirada puesta en el pasado, en el origen.
Para el
filósofo español “aunque el concepto de tiempo existe en Roma y en Grecia, es en
Israel donde adquiere una significación singular, de tal suerte que plantearse
hoy la recuperación del tiempo es tanto como reivindicar el espíritu de
Israel.”[16] Lo
que a su juicio determina la concepción del tiempo en los orígenes de la
religión judía en la apocalíptica y mesiánica: la primera “es el desvelamiento
de una realidad (o del sentido de la realidad) que se realiza en el tiempo y
el espacio que habita, pero que trasciende su manifestación”[17] y la segunda que “el sentido
del tiempo tiene que realizarse aquí y ahora. Esta materialidad o
predisposición antiidealista y antimítica del pueblo judío alcanza a la
justicia y a la salvación.”[18] Esta idea del tiempo de
origen judío es la que recoge Pablo de Tarso para fundar el cristianismo
incluyendo un sentido escatológico:
El concepto de escatología se refiere al final del hombre
individual y también al del mundo, es decir, al de la historia. […] Pues bien,
lo propio de la apocalíptica judeocristiana es que tiene que vivir la vida
teniendo presente su final y eso consiste en anticiparlo. Si el final del
tiempo apocalíptico es la plenitud del tiempo, anticiparlo significa vivir
fraternalmente. […] El otro no es alguien que necesite de nosotros, sino
<<la puerta por donde pasa el Mesías>>, esto es, el acceso a una
humanidad lograda. [19]
Es importante recordar que la traducción de la palabra hebrea משיח Meshiaj el ungido al
griego es Χριστός Cristo, de tal manera que el origen del
cristianismo está en la concepción judía del Mesías y lo que Reyes Mate expone
como “el espíritu de Israel”. En este
sentido podemos afirmar que, para el filósofo cristiano, Jesús el Cristo es el Meshiaj
judío en el que el espíritu divino encarna para materializar el mandato de
hacer al hombre responsable de sus actos. El advenimiento de Cristo debe
entenderse, según su propuesta, como la manifestación de lo que fue un elemento
central de la tradición judía que entendía que “el mal en el mundo no es
natural, sino histórico y que tiene que encontrar una respuesta en la historia.”[20] Eso fue, a su entender, lo
que creyeron los fundadores del cristianismo originario pero el cambio no sucedió
y lo que causo la decepción y la frustración fue la creación de una nueva
concepción del tiempo que le diera respuesta a las expectativas de salvación en
un mundo donde siguió habiendo sufrimiento e injusticia: el tiempo gnóstico.
Pero el mismo Pablo estaba tan persuadido de que el Mesías estaba a
punto de llegar que acariciaba la idea de poder asistir en persona a su venida
(1 Tesalonicenses 4,17). Aquella generación expectante, sin embargo, murió y no
ocurrió nada. La historia siguió su marcha, de espaldas a sus expectativas, y la
desilusión fue grande. La consiguiente frustración dio pie a una revolucionaria
revisión del tiempo que dura hasta hoy. El tiempo apocalíptico fue demolido y
sustituido por una concepción gnóstica del tiempo que ha sido la auténtica
protagonista de la historia. Hablemos, pues, del tiempo gnóstico.[21]
Este tiempo
gnóstico, que tiene su origen en el siglo II con Marción,[22] no renuncia a la promesa de
salvación, ni al fin del sufrimiento o a la justicia, elementos centrales del
cristianismo originario, pero lo que hace para responder a la desilusión que
generó su incumplimiento fue la creación de un mundo imaginario ubicado fuera
de este mundo concreto. “Característico
del gnosticismo es su desinterés por el mundo convencido de que en él no se
encuentra la salvación.”[23] Para Reyes Mate esta
concepción del tiempo, que sustituyó a la apocalíptica, se convirtió en la
manera en la que occidente eludió el mandamiento mesiánico que exigía del
hombre hacerse cargo del mal en el mundo y de responder por su prójimo.
El gnosticismo
transfirió la salvación al interior de cada individuo cancelando así la
posibilidad de una justicia universal y la desplazó a otro mundo imaginario lo
que lleva a considerar el sufrimiento real como un mal natural que no puede
remediarse en lo concreto, sólo en lo trascendente. Lo que propone Reyes Mate
es que debemos entender la idea moderna del “progreso” como una secularización
de la propuesta teológica del tiempo gnóstico.[24] “Para el progreso, la felicidad no está aquí
y ahora, sino que hay que buscarla en el instante siguiente, tan huidizo como
el presente”[25].
Finalmente nos dice el autor que “el progreso no es malo porque nos lleve a la
catástrofe final, sino porque en sí es catastrófico, pues solo puede mantenerse
destruyendo especies, contaminando los mares, polucionando el aire y, sobre todo,
produciendo víctimas.[26]
La propuesta de
Reyes Mate para enfrentar la catástrofe es volver a lo que considera el
espíritu del judaísmo en la figura del Cristo de Pablo. “Para hablar, pues, de que otro mundo es
posible, hay que hablar de rescate del tiempo apocalíptico, es decir, hay que
volver a cargar el tiempo real con la dimensión mesiánica. Aquí sí que tiene
sentido hablar de un cambio radical.”[27] Para esta tarea, que se
podría definir como un re-encarrilamiento del cristianismo en la vía de la que
se apartó con la gnosis, el filósofo recurre a los pensadores judíos que a su
entender conservaron el espíritu del tiempo mesiánico aunque no hayan
reconocido el mensaje universalista de Pablo y se hayan obstinado en seguir
excluyendo a los demás a partir de su “sangre”.
Las características de una historia basada en el tiempo
apocalíptico son las siguientes. En primer lugar, ser una historia de
salvación. Pablo estableció un decurso del tiempo que va del primer Adán al
segundo <<ya que si por Adán llegó la muerte, por otro vendrá la
salvación>>, dando origen a un nuevo concepto de historia cuyo objetivo
es responder desde el segundo Adán a las preguntas que plantea el primero. En
este sentido es una historia salvífica. Necesidad, en segundo lugar, de
identificar el sujeto capaz de realizar ese proyecto histórico. Tenía que
ser universal, esto es, tenía que llevar a su realización al hombre sin más.
No podía ser ya el pueblo judío, limitado en su capacidad de representación al
hecho de nacer judío, es decir, a la sangre, sino un nuevo pueblo sin
exclusiones, un pueblo al que pudiera pertenecer cualquiera que quisiera. No
podía ser el pueblo judío, pero tenía que ser su heredero porque de alguna
manera ya, en el origen, era manifiesto el alcance general de la salvación
prometida inicialmente al pueblo judío. En la designación del nuevo sujeto
histórico tenía que verse la continuidad en la discontinuidad. [28]
Es desde esta perspectiva que Reyes Mate rescata a los pensadores
judíos ya que son ellos los portadores del mensaje mesiánico y los que
comprenden lo que significa el tiempo apocalíptico. Lo que no dice el filósofo
cristiano es cómo transitar del sentido excluyente de su tradición al
universalismo planteado por Pablo o en otras palabras: cómo y cuándo podrían
dejar de ser judíos por nacimiento y participar de la fraternidad que se
anuncia con el final de los tiempos. En un pasaje del libro nos encontramos con una
afirmación que podría ayudarnos a comprender el lugar que el filósofo cristiano
les confiere a los judíos. Al referirse al mensaje paulino y a su propuesta de
que “lo fundamental del mesianismo de los nuevos tiempos era la sustitución de
la ley por la libertad del espíritu,[29] hace la aclaración que “el
cristianismo de Pablo es algo más que interiorización, puesto que quiere
influir en la historia.”[30] Para apuntalar está defensa
de Pablo frente a la sospecha de su posible contribución al gnosticismo recurre
a uno de los pensadores judíos predilectos:
Para Franz Rosenzweig, el pensador alemán que liberó a los intelectuales
judíos europeos del complejo asimilacionista, lo que distingue al cristianismo
del judaísmo es precisamente la voluntad cristiana de influir en la historia,
un rasgo muy poco gnóstico. Decía que el cristiano está siempre en camino,
mientras que el judío ya ha llegado. Es una forma de decir que lo propio del
cristiano es transformar las estructuras del mundo escatológicamente, es decir,
adelantando ese final reconciliado que nos empuja a vivir fraternalmente. El
judío, que ya descansa en el final, es la garantía de que la promesa se cumple.
El cristianismo, dice es camino; el judaísmo, vida.[31]
Para comprender
está afirmación es pertinente recuperar parte de la biografía del citado
filósofo judeo-alemán. Franz Rosenzweig (1886-1929) en 1913 decidió convertirse
al cristianismo pero unos días antes de la fecha establecida decidió mantener
la fe judía y renunció al bautizo[32]. Unos años después, en 1921, publicó La
Estrella de la Redención[33]donde
reconstruyó la teología judía como un sistema filosófico alternativo al que ofreció
Hegel a partir de la racionalidad cristina.
Otro término
que requiere de una breve aclaración es “asimilación”. En el contexto en el que
lo presenta Reyes Mate se entiende como la respuesta de millones de judíos que
después de haber sufrido durante siglos la exclusión por parte de la sociedad
cristiana y a partir del cambió que generó la Ilustración, buscaron integrarse
a la mayoría rebelándose contra el mandamiento religioso judío de evitar la
integración.
Cuando Reyes
Mate afirma que Rosenzweig “liberó a los intelectuales judíos europeos del
complejo asimilacionista” está
identificando el deseo de convertirse al cristianismo de forma negativa, como
una actitud sicológica que parecería responder más a un sentimiento que a una
convicción razonada. Dicho en otras palabras, para el filósofo español, un
judío que pretenda integrarse al colectivo mayoritario y se identifique con el
proyecto universalista ilustrado responde a una imposición que ha sido
interiorizada inconscientemente y de la que hay que liberarlo.
Se entiende que
la postura de Reyes Mate parte de una genuina demanda de respeto por la
diversidad de creencias y que cuestiona el limitado sentido universalista de la
ilustración cristiana por lo que se opone a que los judíos tengan que renunciar
a su fe para poder ser parte de la comunidad de los hombres. Lo que sucede es
que termina, indirectamente, reproduciendo el sistema de diferenciaciones y poniéndoles
el sambenito de “asimilacionistas” a los judíos que buscan integrarse a la
mayoría. La defensa del derecho de los judíos por mantener su fe se convierte,
paradójicamente, en una condena.
El filósofo
cristiano necesita que los judíos sigan conservando su tradición para que, con
su ejemplo, saquen al cristianismo de su interpretación gnóstica y lo conduzcan
a sus orígenes paulinos apocalípticos y mesiánicos. Lo que sucede es que esta
operación teológica- pedagógica se ve amenazada por el justo deseo
emancipatorio de las víctimas de gnosticismo cristiano que condujo a muchos a
la conversión y llevó a otros a exigir una universalidad real en este mundo
concreto a partir de la superación de las exclusiones religiosas.
Desde la
perspectiva de un creyente cristiano, Reyes Mate pierde de vista lo que a
nuestro juicio fue la mayor contribución de estos judíos asimilados: su
compromiso con un universalismo radical que trascienda los límites inherentes a
la adscripción colectiva. Lo que no alcanza a dimensionar el filósofo español
es que todos estos pensadores se apartaron del mundo tradicional judío y al ser
rechazados por el cristiano se abocaron a pensar en un mundo concreto que no le
demandará al individuo: ni el bautizo ni el regreso al Gueto. Es cierto que la
mayoría abrevaron de sus fuentes judías así como lo hicieron de las cristianas
pero al mismo tiempo rompieron con ambas, en eso radica su singularidad. Y ya
que de un tribunal se trata, que mejor abogado que Franz Kafka que fiel a su
condición de procesado le puede responder a Reyes Mate
con otra de sus sentencias paradójicas: “El Mesías llegará sólo cuando no
haga ya falta, llegará sólo un día después de su propia llegada, no llegará en
el último día, si no en el ultimísimo.”[34]
4.
Bibliografía
citada:
1.
Kafka
Franz, Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el camino
verdadero. Buenos Aires, Editorial Alfa Argentina, 1975
2.
Mate Reyes, A contraluz de las ideas
políticamente correctas, Barcelona, Ánthropos, 2005
3.
__________“Aut lex, aut
vis valet”, en Revista Anthropos;
huellas del conocimiento, Reyes Mate; Memoria histórica, reconciliación y
justicia, Número 228, julio-septiembre, 2010,
Barcelona. pp. 56-66.
4.
__________El
tiempo, tribunal de la historia, Madrid, Trotta, 2018.
5.
__________“En
torno a la justicia anamnética” en José Mardones y Reyes Mate (Eds.), La
ética ante las víctimas, Barcelona, Anthropos, 2003
6.
_________ Medianoche en la historia. Comentarios a
las Tesis de Walter Benjamin <<Sobre el concepto de Historia>>, Madrid, Trotta, 2006.
7.
_______ Memoria de Auschwitz; Actualidad Moral y Política, Madrid,
Trotta, 2003
8.
_______Memoria de Occidente, Actualidad de
pensadores judíos olvidados, Barcelona, Anthropos, 1997.
9. Metz Johannes Baptist, Por una cultura
de la memoria, Presentación y epílogo de
Reyes Mate, Barcelona, Ánthropos, 1999.
10. Pilatowsky Mauricio, La autoridad del exilio; Una aproximación
al pensamiento de Cohen, Kafka, Rosenzweig y Buber. México, UNAM y Plaza
Valdés, 2008.
11. Rosenzweig Franz, La estrella de la redención, Salamanca,
Sígueme, 1997
[1] F. Kafka, Consideraciones
acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el camino verdadero. Buenos
Aires, Editorial Alfa Argentina, 1975. p. 64.
[2] R. Mate, Memoria de Occidente, Actualidad de
pensadores judíos olvidados, Barcelona,
Anthropos, 1997.
[3] R. Mate, El
tiempo, tribunal de la historia, Madrid, Trotta, 2018.
[4] Sobre este
imperativo comenta: “Adorno ha expresado al momento inaugural de Auschwitz como
la propuesta de un nuevo imperativo categórico.” En R. Mate, Memoria de
Auschwitz; Actualidad Moral y Política, Madrid, Trotta, 2003. p. 188
[5] J. B. Metz, Por una cultura de la memoria, Presentación y epílogo de Reyes Mate, Barcelona,
Ánthropos, 1999.
[6] R. Mate, Memoria
de Auschwitz, op. cit., pp. 118-119
[7] La condición
de víctima de la que nos habla Reyes Mate está vinculado con las acciones de
los hombres al respecto comenta: “Sin pretender una definición de algo tan
polisémico como la víctima, digamos al menos, que cuando de ello hablamos en
sentido moral estamos señalando, en primer lugar, al sufrimiento de un inocente
voluntariamente infligido. No hablamos de las víctimas de una catástrofe
natural. Sino de las que provoca el hombre, voluntariamente gratuitamente.” R.
Mate, “En torno a la justicia anamnética” en J. Mardones y R. Mate (Eds.), La
ética ante las víctimas, Barcelona, Anthropos, 2003, p. 100
[8] Reyes Mate, Memoria de
Occidente, op. cit. p. 13
[9] Ibid. p. 14
[10] Ibid. 281
[11]Mate Reyes. Medianoche
en la historia. Comentarios a las Tesis de Walter Benjamin <<Sobre el
concepto de Historia>>, Madrid, Trotta, 2006.
[12] R. Mate, “Aut lex, aut vis valet”, en Revista Anthropos; huellas del conocimiento, R. Mate; Memoria histórica,
reconciliación y justicia, Número 228, julio-septiembre, 2010,
Barcelona. pp. 56-66. p.58
[13] R. Mate, A
contraluz de las ideas políticamente correctas, Barcelona, Ánthropos, 2005.
P. 186
[14] “En realidad
han sido dos las filosofías de la historia. La primera fracasó estrepitosamente
y fue sustituida por otra que con muchos altibajos sigue siendo la nuestra,
nuestro marco de referencia a la hora de interpretar el sentido de la vida. La
primera fue pensada desde una concepción apocalíptica del tiempo y, la segunda,
desde un tiempo gnóstico.” R. Mate, El tiempo, tribunal de la historia, op.
cit. p. 37
[15] Recordemos que el término hebreo para catástrofe es Shoah.
[16] Ibid. p. 35
[17] Ibid. p. 37
[18] Ibid. p. 39
[19] Ibid. p. 40
[20] Ibid. p. 19
[21] Ibid. p. 45
[22] Ibid. p. 47
[23] Ibid. p. 58
[24] Ibid. p. 47
[25] Ibid. p. 61
[26] Ibid. p. 60
[27] Ibid. p. 114
[28] Ibid. pp. 41-42
[29] Ibid. pp.48-49
[30] Ibid. p. 49
[31] Ibídem.
[32] La vida y
obra de Rosenzweig fue analizada con mayor detenimiento en: M. Pilatowsky, La
autoridad del exilio; Una aproximación al pensamiento de Cohen, Kafka,
Rosenzweig y Buber, México, UNAM y Plaza Valdés, 2008.
[33] F.
Rosenzweig, La estrella de la redención, Salamanca, Sígueme, 1997
[34]Ibid. p. 65.
No hay comentarios:
Publicar un comentario