De los
asesinos de Dios a la raza indeseable; la nación mexicana, el antisemitismo y
su expresión anti-indígena.
Mauricio Pilatowsky
1. Antisemitismo y anti indigenismo
En el título de esta reflexión se vinculan dos formas de
exclusión: el antisemitismo y el odio a los indígenas en México; en los dos
casos se sugiere un tránsito del contexto religioso al racial. Para explicar cómo
llegamos a esta particular forma de relacionar dos fenómenos de exclusión
aparentemente distantes hemos recurrido a las herramientas que nos proporciona
la Teoría Crítica. Es importante comenzar por aclarar que el odio a los judíos
en México no es un fenómeno relevante, se podría afirmar que para los más de
cien millones de mexicanos, la minoría judía le es ajena y que más bien se la
identifica con el grupo de los blancos de origen extranjero.
Para explicar cómo
es factible hablar de una expresión del antisemitismo que no consiste en un
odio a los judíos sino más bien a otro sector de la población nos apoyamos del
análisis que realizaron Adorno y Horkheimer en un texto escrito en 1942
titulado La Dialéctica de la Ilustración[1], como introducción a su propuesta, que se ira recuperando con
detalle a lo largo de la exposición, podemos adelantar que lo que debe
entenderse es la mecánica de la exclusión en sí misma, y no definirla a partir
de la identidad del excluido. Es en este sentido en el que encontramos
similitud entre los casos, los componentes
de los discursos y las prácticas de discriminación del anti-indigenismo en
México se entienden como expresiones
particulares del mismo sistema que se instrumentó en Europa contra los judíos.
2. Dinámicas
de exclusión en el caso mexicano
En el caso específico de México nos encontramos que la exclusión
se manifiesta en un doble sentido: el más inmediato hacia la población indígena
que representa más o menos un 10% de la población y el más complicado, el que
se reproduce al interior de cada uno de los pobladores del sector mayoritario
del país al que se le define como “mestizo” y que, en su imaginario, se debate
entre su identificación con su genealogía europea y a su vez con la indígena. El
grueso de la población mexicana admira, sobrevalora y excluye al extranjero, y
desprecia, rechaza y se diferencia del “indio”. Ambas figuras están en su
estructura imaginaria y su proceso de identificación-diferenciación se
caracteriza por esta fractura.
El tránsito del
odio a los judíos de considerarlos “los asesinos de Dios” (Cristo) para
convertirlos en la raza indeseable tiene un paralelo en el caso del odio a los
indígenas; un objeto distinto pero un mecanismo similar. En estas zonas el
color de la piel se convirtió en un distintivo para identificar y diferenciar a
los conquistadores, blancos católicos, de los conquistados, “indígenas” paganos y a sus respectivos
descendientes. Al paso de los siglos, y con el proceso del mestizaje esta
distinción se interiorizó y se convirtió en un asunto de matices cromáticos.
Antes de continuar con
la exposición es conveniente recordar que en el mismo momento en el que los
judíos son expulsados de España en 1492 comienza el proyecto colonizador y el
encuentro con los pobladores de lo que los conquistadores denominaron
“América”. En otras palabras podemos ubicar una misma genealogía para dos
procesos paralelos de discriminación en los albores de la modernidad, del
rechazo y fomento del odio a los judíos y el del sometimiento y colonización de
aquellos que estos mismos colonizadores denominaron “indígenas”.
En ese mismo sentido es importante considerar que la Inquisición
utilizó los mismos mecanismos para perseguir a los judíos forzados a la
conversión y a los “indígenas” a los que
también se les impuso la cristianización. La imposición de una sola fe para el
proyecto imperial español colocó a todos sus disidentes en una misma estrategia
de persecución y condena.
2. Vigencia del racismo en
México
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) de
México realizó un estudio[2] donde se replicaba uno que
se aplicó en los Estados Unidos por Kenneth
y Mammie Clark en los años treinta. En éste se colocan dos
muñecos, uno blanco con ojos azules y otro moreno con ojos oscuros, ante la mirada de niños de diez años
aproximadamente y se les hacen preguntas con respecto a estos muñecos. ¿Cuál te
gusta más?, ¿Cuál te provoca más confianza?, ¿Cuál es bueno? y preguntas en el
sentido negativo: el que te disgusta, te da miedo y es malo. En la gran mayoría
de los casos lo positivo se le asigna al blanco y lo negativo al moreno. Lo
interesante es que la mayoría de los participantes son morenos. Este
experimento ha sido cuestionado desde distintas posturas y a nuestro juicio no
puede ser utilizado por sí mismo como una demostración definitiva de la
existencia de esta particular forma de racismo, sin embargo existen otros
estudios del mismo CONAPRED que refuerzan estos datos.
Lo que los niños
expresan constituye parte de los imaginarios colectivos en México, los modelos
que se utilizan en los anuncios publicitarios son mayoritariamente blancos, y
en la lengua popular se felicita al que consigue una pareja más blanca porque
“mejora la raza”. A Los políticos se les maquilla para “blanquearlos” y en los
programas de televisión se le da preferencia a los más blancos. El lema de la
Universidad Nacional Autónoma de México es Por mi raza hablará el Espíritu
y a lo que realmente se refiere es a la Raza Blanca y al Espíritu Santo[3].
3. La aproximación desde la teoría crítica
Lo que podemos
observar es que, a diferencia de otras manifestaciones donde un sector
discrimina a otro, en el caso de México también lo encontramos al interior de
la misma comunidad donde lo “blanco” y lo “indígena” se ha mezclado en el
proceso de mestizaje. En un mismo individuo se desarrolla este sentimiento
complejo donde valora su “blanquitud” y rechaza sus aspectos “indígenas”.
En búsqueda de
explicaciones para este mecanismo que se ha interiorizado y fractura a
individuos y colectivos presentaremos brevemente algunos aspectos del
desarrollo de este proceso de exclusión a partir de las claves que Adorno y
Horkheimer encontraron en la Segunda Guerra Mundial para entender el odio a los
judíos. Para utilizar la expresión de Walter Benjamin intentaremos “peinar la
historia” del racismo mexicano “a contrapelo”[4]. La genealogía del imaginario colectivo mexicano remite al
momento de la Conquista en el siglo XVI.
4. La Conquista
La descripción de lo sucedido en el
aquel entonces nos llega por distintos canales, uno de los más confiables es el
que nos proporciona Fray Bartolomé de las Casas, misionero dominico que
acompañó a los conquistadores españoles buscando la evangelización de los
indígenas; en sus relatos quedó de manifiesto la brutalidad de la Conquista. A
continuación presentamos un fragmento de
su testimonio:
Entre otras matanzas hicieron ésta en
una ciudad grande, de más de treinta mil vecinos, que se llama Cholula: que saliendo
a recibir todos los señores de la tierra e comarca, e primero todos los
sacerdotes con el sacerdote mayor a los cristianos en procesión y con grande
acatamiento e reverencia, y llevándolos en medio a aposentar a la ciudad, y a
las casas de aposento del señor o señores della principales, acordaron los
españoles de hacer allí una matanza o castigo (como ellos dicen) para poner y
sembrar su temor e braveza en todos los rincones de aquellas tierras. […]Todos
ayuntados e juntos en el patio con otras gentes que a vueltas estaban, pónense
a las puertas del patio españoles armados que guardasen y todos los demás echan
mano a sus espadas y meten a espada y a lanzadas todas aquellas ovejas, que uno
ni ninguno pudo escaparse que no fuese trucidado. A cabo de dos o tres días
saltan muchos indios vivos, llenos de sangre, que se habían escondido e
amparado debajo de los muertos (como eran tantos); iban llorando ante los
españoles pidiendo misericordia, que no los matasen. De los cuales ninguna
misericordia ni compasión hubieron, antes así como salían los hacían pedazos.[5]
La
descripción es realmente desgarradora, no se trata de un evento excepcional,
más bien ejemplifica la forma en la que se desarrollo la Conquista. En su
relato el misionero hace mención del móvil de tan brutal carnicería, explica
que las víctimas no representaban una amenaza, más bien lo contrario,
recibieron a los españoles en forma hospitalaria, por lo que no fue ni el miedo
ni la defensa; lo que los impulso fue una estrategia de dominación; lo que
buscaron fue sembrar el miedo. Es importante destacar este aspecto para
entender cómo a lo largo de siglos de colonización y con el miedo se fueron
quebrando las resistencias psicológicas y se fue interiorizando una valoración
a lo blanco y un rechazo a lo “indígena”. Esto recuerda la afirmación de Nietzsche:
<doler
permanece en la memoria>>[6]
5. El
trasfondo religioso
5.1.
Adorno y Horkheimer:
Adorno y Horkheimer, para analizar el antisemitismo que se desarrolló
en la sociedad cristiana, se detienen en lo que ellos definen como un retorno a
la idolatría.
El Dios judío
exige lo que le corresponde y ajusta las cuentas con los perezosos. Él cautiva
a su criatura en la red de la culpa y el mérito. Frente a ello, el cristianismo
ha subrayado el momento de la gracia, el cual, por cierto, se hallaba implícito
en el mismo judaísmo en la alianza de Dios con los hombres y en la promesa
mesiánica. El cristianismo ha atenuado el terror del absoluto al rencontrarse a
sí misma la criatura en la divinidad: el mediador divino es invocado con nombre
humano y muere de muerte humana. Su mensaje es: <>; la
ley se desvanece ante la fe; más grande que toda majestad es el amor, el único
mandato.
Pero en virtud de los mismos momentos
mediante los cuales disuelve el encantamiento de la religión natural el
cristianismo vuelve a reproducir, espiritualizada, la idolatría.[7]
La propuesta cristiana busca sustituir el cumplimiento de
la ley por la gracia que otorga la fe. Lo que aparece como un don amoroso de la
trascendencia se convierte en un retorno a la idolatría porque la creencia en
el dios encarnado que se sacrifica no deja de ser un mito aunque se presente
“espiritualizado”. La fe en Cristo contiene un deseo reprimido de practicar
rituales sacrificiales ya que en la crucifixión lo que se escenifica es un
martirio y asesinato justificado teológicamente; es la vuelta a la etapa de los
sacrificios que el judaísmo había superado por medio del cumplimiento de la
ley. El odio a los judíos es un odio proyectivo, una auto condena inconsciente
del cristiano por sus deseos reprimidos y de ahí la invención que el judío
realiza prácticas sacrificiales. “A los judíos en general se les dirige la acusación de
practicar una magia prohibida, un ritual sangriento. Sólo así, disfrazado de
acusación, el deseo inconsciente de los autóctonos de volver a la práctica sacrificial mimética
celebra su alegre resurrección en la conciencia de éstos.[8]
5.2. Sepúlveda y el
anti indigenismo religioso
En el caso
mexicano la idolatría espiritualizada de la que hablan Adorno y Horkheimer se
proyectó sobre los llamados indígenas.
Es cierto que en algunas de estás culturas se realizaban sacrificios humanos y
por lo mismo la estrategia fue distinta a la empleada con los judíos; no se
inventaron rituales pero sí se sobredimensionaron los alcance de las prácticas
sacrificiales. En la disputa o controversia entre Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda en la Villa de Valladolid
en el año de 1552 podemos encontrar un claro ejemplo de esta forma de
demonización. Sepúlveda hace una apología de la Conquista y el genocidio que la
acompañó por medio de un siniestro cálculo aritmético del alcance de los
sacrificios.
[…] porque en la nueva España a dicho
de todos los que de ella vienen y han tenido cuidado de saber esto: se
sacrificaban cada año mas de veinte mil personas: el cual numero multiplicado
por treinta años que ha que se ganó y se quitó este sacrificio: serían ya seis
cientos mil: y en conquistarla a ella toda: no creo que murieron más numero de
los que ellos sacrificaban en un año. Y también por esta guerra se evita la
perdición de infinitas ánimas de los que convertidos a la fe se salvaran
presentes y venideros. Y como dice Sant Agustín en la Epístola 75. Mayor mal es
que se pierda un ánima que muere sin baptismo: que no matar innumerables
hombres aunque sean inocentes.[9]
La postura de Las Casas es contraría a
Sepúlveda, sale en defensa de los indígenas y cuestiona las prácticas que
define como tiránicas, en su respuesta da cuenta de lo equivocado del cálculo
que hace su oponente y de lo que motiva esta exageración:
Lo segundo digo que no es verdad decir
que en la Nueva España se sacrificaban veinte mil personas, ni ciento, ni
cincuenta cada un año, porque si eso fuera no hallaríamos tan infinitas gentes
como hallamos. Y esto no es sino la voz de tiranos, por excusar y justificar
sus violencias tiránicas y por tener opresos y por desollar los indios, que de
la vendimia que hicieron restaron por esclavos, y tiranizallos. [10]
Como
se puede constatar en estos fragmentos el tema del “sacrificio” es central,
tanto en la apología de la Conquista como en su cuestionamiento. El sacrificio
brutal y metódico de millones de personas a manos de los españoles se acompañó
de un discurso donde se le justifica por combatir el sacrificio, una paradoja
que nos ayudan a comprender Adorno y Horkheimer al analizar lo que el
Cristianismo mantiene en su estructura teológica y proyecta sobre aquellos que
convierte en sus víctimas.
5.3. Sobre el sentido excluyente
del universalismo cristiano
La dinámica violenta y exterminadora
que ha surgido en distintos momentos dentro de la sociedad cristiana a lo largo
de su historia se ha presentado con lo que se podría definir como un “antídoto”
que surge en su interior y se enfrenta a esta violencia. En el caso de la colonización nos encontramos con muchas
expresiones de este cristianismo humanista que buscó revertir los procesos de
exterminio y esclavización; en la lucha que encabezó Fray Bartolomé de las
Casas vemos un ejemplo de esta otra parte del cristianismo. Sin quitarle méritos
a su defensa de los indígenas debemos analizar con cuidado los argumentos que
la componen.
De vuelta a nuestro estudio comparativo entre
el Antisemitismo y el Anti indigenismo nos encontramos con las reflexiones
de Reyes Mate, en su estudió sobre La
cuestión judía de Marx donde nos
comenta lo siguiente:
“Si el judío excluye a los demás de la
elección, el cristianismo lo hace de la condición humana, por eso su exclusión
es mayor. El universalismo cristiano excluye al hombre. Si el cristianismo se presenta
como la superación del judaísmo, hay que concederle que tiene razón en asuntos
de exclusiones: lo suyo es la exclusión universal.[11]
El filósofo español llega a esta conclusión a
partir de su comprensión de la teología cristiana donde se vincula la salvación
universal con la creencia en Cristo; de acuerdo a esta visión de la
trascendencia todos los seres humanos son sujetos de salvación siempre y cuando
crean en Cristo. Esta postura busca terminar con el exclusivismo judío, de sentirse
un pueblo elegido superior a los demás al permitirle a todos ser parte del
proyecto divino de salvación, en ese sentido nos encontramos con una
emancipación universal a diferencia del sectarismo judío. Lo que encuentra Mate
al condicionar la universalidad en la creencia de una determinada forma de
comprender la trascendencia, es la segregación de los que no lo hacen y de ahí
que sea una forma de exclusión universal. Ya no se trata de que un grupo se
sienta superior a otro y que sostenga que sus creencias los convierte en
elegidos, aquí no se trata de ser mejores y de ver con inferioridad a los
demás, en este sentido más bien se trata de una pertenencia universal de los
que creen y una exclusión en ese mismo sentido de los que no lo hacen.
5.4. Las
casas y la defensa de los indios en cuanto se les puede evangelizar.
Fray Bartolomé de Las Casas, en su
defensa a los indígenas, reproduce esto que Mate entiende como sentido
excluyente del universalismo cristiano. Como parte de sus argumentos contra Sepúlveda
sostiene lo siguiente:
Los indios son de tan buenos
entendimientos y tan agudos de ingenio: de tanta capacidad y tan dóciles para
cualquiera ciencia moral y especulativa doctrina: y tan ordenados por la mayor
parte proveídos, y razonables en su policía, teniendo muchas leyes justísima: y
tanto han aprovechado en las cosas de la fe y religión Cristiana y en las
buenas costumbres, y corrección de los vicios, dondequiera que han sido
doctrinados por los religiosos y por personas de buena vida, y aprovechan cada
día cuanto nación en el mundo se halló después de subidos los Apóstoles al
cielo y hoy se hallarían.[12]
Aquí
Las Casas utiliza como argumento en defensa de los indígenas su disposición a
ser cristianizados y como el mismo dice a “corregir sus vicios”. No los
defiende como humanos, sean cuales sean sus costumbres y ritos, lo que les hace
acreedores a ser parte de la salvación es el adoptar la fe cristiana, aquí se
presenta la misma dinámica que con los
judíos y por lo mismo se inscribe en lo que Reyes Mate define como “universalismo
cristiano excluyente”.
6. La Independencia
6.1. Fray Servando Teresa de Mier.
Sermón Guadalupano 1794
Más de dos siglos después de la
Conquista en el año de 1810, y sin que la situación de los indígenas hubiera
mejorado, vino el proceso de independencia. Uno de los rebeldes fue otro fraile
Dominico llamado Fray Servando Teresa de Mier. Como parte de sus argumentos a
favor de la independencia de España, Mier nos presentó una visión muy
particular de la historia. En un sermón
que pronunció en 1794 se confrontó con la versión oficial de la aparición de la
Virgen de Guadalupe a Juan Diego, a continuación un fragmento del mismo:
La imagen de Nuestra
Señora de Guadalupe no está pintada sobre la tilma de Juan Diego sino sobre la
capa de Santo Tomás Apóstol de este reino. [...]
Mil setecientos cincuenta años antes del
presente, la imagen de nuestra Señora de Guadalupe ya era muy celebre y adorada
por los indios ya cristianos, en la cima plana de esta sierra de Tenayuca donde
la erigió templo y colocó Santo Tomás. [...]
Apostatas los indios muy en breve de nuestra
religión maltrataron la imagen que seguramente no pudieron borrar, y Santo
Tomás la escondió hasta que 10 años después de la conquista apareció la Reina
de los Cielos a Juan Diego pidiendo templo, y le entregó la última vez su
antigua imagen para que la presentase ante el señor Zumárraga. [...]
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es
pintura de los principios del siglo primero de la Iglesia, pero así como su
conservación su pincel es superior a toda humana industria, como que la misma
Virgen María se estampó naturalmente en el lienzo viviendo en carne mortal.[13]
La influencia de la Ilustración en
México condujo a un sector a buscar la independencia de España, eran en su
mayoría criollos blancos que ante la invasión francesa de España buscaban la
autonomía. Sus reivindicaciones se construyeron
en parte bajo la ficción de una supuesta cristiandad ya existente en los
pobladores prehispánicos buscando demeritar el proceso evangelizador de los
conquistadores españoles. Es importante señalar que Teresa de Mier se
identificó con Las Casas, incluso escribió un prologo a su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, también
defendió la emancipación
de los indígenas y entendió su humanidad a partir de su ser cristianos. En el
caso de Las Casas esto se explicaba por su disposición a ser evangelizados,
mientras que para el rebelde independentista habían sido convertidos ya en el
siglo primero y de ahí la construcción mitológica de un encuentro con el
apóstol Tomás y la Virgen María en persona.
Esta
fabula que construye Teresa de Mier contiene también un episodio que recuerda
la postura cristiana frente a los judíos; en un lugar comenta; “Apostatas los
indios muy en breve de nuestra religión maltrataron la imagen que seguramente
no pudieron borrar”. La supuesta apostasía de los indígenas que los lleva a
desconocer la aparición de Jesús, Santo Tomás y la Virgen María, recuerda la
actitud que se les adjudica a los judíos en la Palestina del siglo I. En los
dos casos se hace hincapié en la negativa a reconocer la verdad y de ahí que se
justifique su maltrato. Desde la perspectiva del católico, incluso de aquel que
reivindica la formación de una nación independiente, el aspecto de la
universalidad excluyente del cristianismo sigue vigente como en el caso de Fray
Servando Teresa de Mier.
7. Fascismo y racismo en Europa
Para comprender el tránsito de la
visión religiosa al racismo moderno retomamos las reflexiones de Adorno y
Horkheimer en la Dialéctica de la
Ilustración, en el capítulo sobre el Antisemitismo ellos explican que en el
fascismo existió una aparente separación de los contenidos religiosos pero en
el caso del odio a los judíos lo que se observa es una continuación, e incluso
una radicalización que condujo a “Auschwitz”.
El
antisemitismo fascista quiere prescindir de la religión. Afirma que se trata
sólo de la pureza de la raza y de la nación. Se dan cuenta de que los hombres han
renunciado hace tiempo a la preocupación por la salvación eterna. El creyente
medio es hoy ya tan astuto como en otro tiempo sólo podía serlo un cardenal.
Acusar a los judíos de obstinados increyentes no pone ya a las masas en
movimiento. Pero la hostilidad religiosa que impulsó durante dos mil años a
perseguir a los judíos difícilmente se ha apagado del todo. El celo con el que
el antisemitismo repudia su tradición religiosa muestra, mas bien, que aquélla
anida es éste no menos profundamente que en otro tiempo lo hacía la
idiosincrasia profana en el celo religioso.[14]
Estos filósofos rechazan el argumento que sostiene que
en el fascismo, por medio de la utilización de la ciencia, se ha prescindido
del espíritu religioso en su odio a los
judíos; ellos encuentran que la hostilidad religiosa secularizada alimenta las
nuevas expresiones del antisemitismo. Algo similar podemos encontrar en el caso
del racismo mexicano.
8. Del anti indigenismo religioso al
racismo moderno
En el
México posrevolucionario encontramos que el tratamiento discriminatorio a los
indígenas cambió de argumentación en forma parecida al antisemitismo europeo.
El estudio de Adorno y Horkheimer puede aplicarse en este caso y nos permite
comprender su dinámica. De ser los “salvajes” que realizan sacrificios y
rituales paganos los indígenas se convierten en “raza”.
8.1. Vasconcelos
y la Raza Cósmica
El que mejor
expreso y articuló este tránsito fue sin lugar a dudas José Vasconcelos
(1882-1959); Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y
Secretario de Educación Pública, conocido por impulsar la educación y la
cultura en el México posrevolucionario y también por su catolicismo radical.
Sus posturas racistas lo llevaron durante la Segunda Guerra Mundial a editar la
revista Timón[15] financiada por los nazis. En 1956
escribió el prólogo al libro de Salvador Borrego, Derrota Mundial; Supracapitalismo y Marxismo en Pareja Globalizadora[16]
donde presenta como “importante” este texto sinarquista que niega el
Holocausto y defiende el nacionalsocialismo.
En 1950 recibió en España la condecoración Isabel la Católica.
En la lectura de sus memorias podemos encontrar
elementos que remiten al anti indigenismo católico. En ellas cuenta Vasconcelos
que su madre le inculcó el catolicismo acompañado de un miedo paranoico a los
indígenas. Primero describe lo que se le trasmitió con respecto a la supuesta
naturaleza de los apaches. Es pertinente señalar que parte de su infancia se
desarrolló en el norte del país.
Pero, en
torno, la región vastísima de arenas y serranías seguía dominada por los
apaches, enemigo común de las dos castas blancas dominadoras: la hispánica y la
anglosajona. Al consumar sus asaltos,
los salvajes mataban a los hombres, vejaban a las mujeres; a los niños pequeños los estrellaban contra
el suelo y a los mayorcitos los reservaban para la guerra; los adiestraban y utilizaban como combatientes.[17]
Mas adelante describe como la madre le
inculcaba una misión evangelizadora a partir de su anti indigenismo:
“Si vienen los apaches y te llevan
consigo, tú nada temas, vive con ellos y sírvelos, aprende su lengua y háblales
de Nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros y por ellos, por todos los
hombres. Lo importante es que no
olvides; hay un Dios Todopoderoso y
Jesucristo, su único hijo. Lo demás se
irá arreglando solo.”[18]
Para retomar lo que Adorno
y Horkheimer señalaron con respecto del tránsito de los contenidos religiosos a
expresiones racistas trasladarlo al caso de Vasconcelos sería pertinente
recuperar sus propuestas en su libro titulado La raza Cósmica. Este fue un texto que se publicó en 1925,
después de la revolución y en la época en la que se dedicó a impulsar la
educación y la cultura, por lo que podríamos afirmar que en cierto sentido
refleja lo que motivaba este proyecto.
Vasconcelos
presenta su racismo como “estético” para marcar una distancia con el racismo
europeo; afirma que
la raza blanca e hispana es superior y que por un proceso de selección, por el
“buen” gusto, las “mezclas” raciales sufrirán una “depuración”. Sostiene el
pensador mexicano que no es necesario imponer nada por la violencia ya que se
elegirán a los más bellos, que a su entender son los blancos, a los más ricos
que también lo son y a los más educados donde entra el factor religioso
católico. Lo que escribe es lo siguiente:
Donde
manda la pasión iluminada no es menester ningún correctivo. Los muy feos no procrearán, ¿Qué importa
entonces que todas las razas se mezclen si la fealdad no encontrará cuna? La
pobreza, la educación defectuosa, la escasez de tipos bellos, la miseria que
vuelve a la gente fea, todas estas calamidades desaparecerán del estado social
futuro. Se verá entonces repugnante,
parecerá un crimen el hecho hoy cotidiano de que una pareja mediocre se ufane
de haber multiplicado miseria. El
matrimonio dejará de ser consuelo de desventuras, que no hay por qué perpetuar,
y se convertirá en una obra de arte.[19]
Para
que no quedé ninguna duda al respecto nos aclara que: “El indio no tiene otra
puerta hacia el porvenir que la puerta de la cultura moderna, no otro camino ya
desbrozado de la civilización latina”.[20]
En forma aparente hace una defensa del mestizaje pero en realidad lo que propone
es un racismo blanco: “Los tipos bajos de la especie
serán absorbidos por el tipo superior.
De esta suerte podría redimirse, por ejemplo, el negro, y poco a poco,
por extinción voluntaria, las estirpes más feas irán cediendo el paso a las más
hermosas”.[21] Cuando
habla de la más bella y por lo mismo de lo mejor a lo que se refiere es que; “quizá
entre todos los caracteres de la quinta raza predominen los caracteres del
blanco, pero tal supremacía debe ser fruto de elección libre de gusto y, no
resultado de la violencia o la presión económica.”[22] En
conclusión podemos ver como en las posturas de Vasconcelos la discriminación
anti indígena de origen católico se convierte en un racismo anti indígena, anti chino[23],
anti negro y más adelante anti judío[24].
9. Diego Rivera
El anti
inti indigenismo que a lo largo de los siglos de dominación se convirtió en un
elemento central del imaginario mexicano puede localizarse en distintos ámbitos
del espectro político y social. Un ejemplo de esto lo encontramos en las declaraciones
de uno de los artistas más importantes y reconocidos de México; Diego Rivera (1886-1957).
Como parte del proyecto educativo y cultural de Vasconcelos, Rivera fue
contratado para pintar murales en lugares públicos para crearle un “rostro” al
México moderno; a pesar de no compartir la misma ideología del político. El
artista aceptó el encargo y junto con otros pintores[25],
también de izquierda, “pintó” la imagen del mexicano.
Diego
Rivera se opuso al fascismo y al antisemitismo, se caso con Frida Kalho cuyo
padre era de origen judío, fue amigo de los algunos intelectuales judíos que
llegaron de Europa[26]
entre ellos León Trotsky. No cabe duda que el pintor muralista condenaba todas
las posturas racistas, por esta misma razón nos parecen desconcertantes las
declaraciones que hizo en una entrevista que le concedió a un diario judío en
el año de 1947, ahí declaró lo siguiente:
Seguramente tengo en mis venas sangre
judía. Una de mis antepasadas y no muy lejana de nuestra época fue una
“Acosta”. No cabe duda que pertenezco por eso a la gran familia sefaradita
ibero-holandesa, cuyo nombre se inmortalizó con el célebre Uriel. Hacia el año
1500 esta familia fue expulsada por judaizante de España.[27]
Es paradójico que para afirmar su
postura contra el antisemitismo hable de “tener en sus venas sangre judía” lo
cual le daría validez a todos aquellos que sostienen que existe tal cosa como
un vínculo identitario determinado por la herencia genética. A está paradoja
podemos agregar otra, que en el contexto mexicano tiene relevancia, su
identificación con los judíos “sefaraditas”, la palabra hebrea Sfarad
quiere decir “España”, en otras palabras, se considera heredero de la
genealogía española a partir de su supuesto vínculo con los judíos. Dicho en
otras palabras, y siguiendo a Adorno y Horkheimer cuando afirman que: “Lo
patológico en el antisemitismo no es el comportamiento proyectivo como tal,
sino la ausencia de reflexión en el mismo.”[28]
Podríamos afirmar que uno de los encargados de pintar el “rostro” del mexicano,
donde supuestamente debía resaltarse la fusión de lo hispano con lo indígena, se
construyó a sí mismo una herencia racial “judeoespañola” que privilegió sobre
la indígena. Por supuesto que la búsqueda de una identidad a partir de un
imaginario tal alejado no implica necesariamente un rechazo a su genealogía
indígena pero sí indica que no es ahí donde buscó su identificación mientras
que en los murales centró ahí el factor identitario colectivo.
9.
Conclusiones
A manera de
conclusión se podría afirmar que en México nos encontramos que el anti
indigenismo instrumentado por los conquistadores españoles como mecanismo de
dominación desembocó en un racismo con características muy particulares.
La
ideología colonizadora española demonizó las prácticas sacrifícales rituales de
los habitantes de estas tierras construyendo un “otro” en el que depósito
aquellos elementos que no soportaba de sí mismo. Como uno de los elementos de segregación se
recurrió al color de la piel donde lo blanco se ubicó en el extremo positivo
mientras que lo moreno en el negativo; con el mestizaje esta valoración a
partir de la cromática dérmica se fue interiorizando llevando a los individuos
a despreciar en su propio cuerpo los elementos de identificación con su pasado
indígena.
Tanto
en los sectores excluyentes como en los humanistas la universalidad pasa por lo
católico y en el inconsciente de todos, después de tantos años de colonialismo,
lo blanco sigue siendo un distintivo de superioridad moral, económica y social.
Las herramientas que nos proporcionaron Adorno y Horkheimer para comprender el
Antisemitismo europeo de mediados del siglo pasado nos ayudan a explicar las prácticas
de exclusión en México y nos permiten comprender como en ambos casos, el
racismo pseudocientífico seculariza elementos de exclusión que durante siglos
formaron parte de la expansión política del cristianismo.
Bibliografía
citada
1. Adorno Theodor W. y Horkheimer Max, Dialéctica de la Ilustración; Fragmentos
Filosóficos; Introducción y traducción de Juan José Sánchez, Editorial
Trota, Madrid 1994, primera edición en Alemán 1947 en la editorial Querido de
Ámsterdam y se reeditó en 1969
2. Bartolomé de las Casas, Tratados I, Fondo de Cultura Económica,
México, 1965
3. Borrego Salvador, Derrota Mundial; Supracapitalismo y Marxismo en Pareja Globalizadora, México,
Tipografías Editoriales, 1955
4. Feibelman de Teresa, “Diego Rivera nos
dijo”, en: Tribuna Israelita; Órgano
Mensual de la Béne Berith, Año III,
- No. 28 México, D.F. Marzo de 1947, pp. 8-10
5. Gojman Alicia, “Diego Rivera y la
comunidad judía de México”, en Diego Rivera y la Inquisición ; Un Puente
en el Tiempo, CONACULTA, México, 2008
6. Mate Reyes, Estudio Introductorio a
la Cuestión Judía, en Bruno Bauer y Karl Marx, La cuestión Judía, Ántrhropos,
Barcelona, 2009
7. Sepúlveda, “Prologo del doctor Sepúlveda
a los señores de la congregación”, en: Bartolomé de las Casas, Tratados I, Fondo de Cultura
Económica, México, 1965. pp. 287-329
8. Servando Teresa de Mier, “Sermón
Guadalupano 1794”, en: Los
imprescindibles; selección y prólogo Héctor Perea, Ediciones Cal y Arena,
México 1997.
9. Vasconcelos José, La Raza Cósmica, México, Editorial Porrúa, 2001
10.
_______________,
Ulises Criollo, prólogo de Sergio Pitol,
Editorial Porrúa, México 2001.
[1] T. W. Adorno y M. Horkheimer Max, Dialéctica de la Ilustración; Fragmentos Filosóficos; Introducción y
traducción de Juan José Sánchez, Editorial Trota, Madrid 1994.
[3] Esto se abordara más adelante cuando se trabaje a
Vasconcelos
[4] W. Benjamin,
Tesis sobre filosofía de la historia, en: Mate, Reyes. Medianoche
en la historia. Comentarios a las Tesis de Walter Benjamin <> , Trotta,
Madrid, 2006. Tesis VII
[5] Fray Bartolomé de las Casas, Brevísima
relación de la destrucción de las Indias, Colegiada por el obispo don
Fray Bartolomé de las Casas o Casaus, de la Orden de Sancto Domingo, año 1552,
en Bartolomé de las Casas, Tratados I, Fondo de Cultura Económica,
México, 1965, pp. 3-173. p. 69
[6] F. Nietzsche, La genealogía de la moral; un escrito polémico, Alianza Editorial,
Madrid, 1972. p. 69
[7] Adorno y Horkheimer, op. cit. p. 222
[8] Ibid. p. 229-30
[9] Sepúlveda, “Prologo del doctor Sepúlveda a los señores de la congregación”,
en: Bartolomé de las Casas, Tratados I, op. cit. pp. 287-329. p. 315
[10] Fray Bartolomé de las Casas, “Prólogo del obispo de Chiapas a los señores
de la congregación” 331-459, en; op. cit. p.395
[11] R. Mate, “Estudio Introductorio a la Cuestión Judía”, en Bruno Bauer y Karl Marx, La cuestión Judía, Ántrhropos,
Barcelona, 2009. p. X-XI
[12] Fray Bartolomé de las Casas, op. cit. p. 377
[13] Fray Servando Teresa de Mier, “Sermón Guadalupano 1794”, en: Los imprescindibles; selección
y prólogo Héctor Perea, Ediciones Cal y Arena, México 1997. p. 27
[14] Adorno y Horkheimer, op.cit. p.
221
[15] Revista editada en 1940 y que contó
con 16 números
[16] S. Borrego, Derrota Mundial; Supracapitalismo y Marxismo en Pareja Globalizadora, México,
Tipografías Editoriales, 1955
[17] J. Vasconcelos, Ulises Criollo,
prólogo de Sergio Pitol, Editorial Porrúa, México 2001. p. 3
[18] Ibid. p.5
[19] J. Vasconcelos J., La Raza
Cósmica, México, Editorial Porrúa, 2001. p. 26
[20] Ibid. p. 13
[21] Ibid. p. 27
[22] Ibid. p. 21
[24] Como lo encontramos en El Timón
[25] Entre los más famosos se encontraban
Siqueiros y Orozco
[26] Gojman A., “Diego Rivera y la
comunidad judía de México”, en Diego Rivera y la Inquisición; Un Puente en
el Tiempo, CONACULTA, México, 2008
[27] Feibelman de,
Teresa, “Diego Rivera nos dijo”,
en: Tribuna Israelita; Órgano Mensual de la Béne Berith, Año III, - No. 28 México, D.F. Marzo de 1947,
pp. 8-10. p.8
http://www.constelaciones-rtc.net/04/04_17.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario