Estimado Dr. Manuel Martínez Justo
Director de La Fes Acatlán
Estimados funcionarios de nuestro plantel
Queridas y queridos colegas e invitados.
Agradezco mucho la oportunidad de dirigir estas palabras, es un verdadero
honor, y ya que hablo en nombre de mis compañeros, que, como yo, cumplen 25
años de antigüedad, espero lograr expresar una experiencia compartida.
Aunque recibo este reconocimiento por 25 años, yo inicié mi labor docente
en 1982. Tuve que interrumpirla por un tiempo, pero mis recuerdos de nuestra
FES se remontan a hace 41 años, cuando era todavía ENEP y nos sentíamos
entonces que todo estaba por venir y nosotros éramos los responsables de
traerlo, viendo los resultados, nos podemos sentir muy orgullosos.
Esta ceremonia nos permite hacer un recuento de lo que ha significado ser
parte de esta comunidad, en lo personal ha sido un privilegio que agradezco. La
UNAM se convirtió en un segundo hogar donde tuve la oportunidad de ser alumno,
maestro y funcionario. Siento que le debo mucho a nuestra casa de estudios por
lo que procuro, en la medida de mis posibilidades, retribuir con mi trabajo y
seguir formando a las nuevas generaciones.
Muchas son las situaciones que nos han tocado vivir como universitarios y
no habría suficiente tiempo para recordarlas por lo que me detendré,
únicamente, en lo que vivimos recientemente. Cuando pensamos que ya lo habíamos
visto todo, nos sorprendió la pandemia del Covid 19, está terrible
enfermedad se llevó a muchos familiares, colegas y amigos. Que sean estas
palabras también una oportunidad para recordarlos. A la corta distancia ya comenzamos
a entender lo que significó está situación en nuestro ámbito, la verdad es que
no nos quedó otro remedio que reinventarlo todo: las clases, los exámenes, las
asesorías, las juntas y hasta los convivios, los transmitimos por internet,
algo absolutamente impensable hace muy poco tiempo. Mudamos el aula y la
oficina a la casa, todos entramos a los hogares de los demás, ¡Qué extraña
paradoja! ya que estando más distantes
que nunca, invadimos las zonas más íntimas de la privacidad. Pasarán muchos
años hasta que podamos entender todos los efectos que tuvo esta pandemia en
nuestras vidas y particularmente en el sistema educativo.
Ahora, en estos días, vemos como se nos ofrece una nueva reforma a todo el
sistema educativo. Los discursos políticos se acompañan de opiniones de
especialistas y de no tan especialistas, las posturas ideológicas a favor y en
contra se confrontan movilizando afectos y cargando el debate de emociones que
terminan empañando las reflexiones puntuales. Como académicos estamos
involucrados porque de lo que se está hablando es de nuestra función primordial:
la formación de nuevas generaciones. Para hablar de la actual reforma de la
educación invitaré a un fantasma, el de un gran filósofo mexicano, Samuel
Ramos. Como todos ustedes saben él también fue profesor de la UNAM y fue el
director de la Facultad de Filosofía y Letras en 1944, a él le debemos una de
las grandes obras de la filosofía mexicana: El perfil del hombre y la
cultura en México escrita en 1934.
La razón por la que lo invoco, en esta oportunidad, es porque en el año de
1941, hace más de ochenta años, Ramos se hacía las mismas preguntas que nos
hacemos nosotros en cuanto a la relación entre las ideologías políticas y la
educación. En una disertación que tituló
Veinte años de educación en México podemos leer lo siguiente:
De una cosa estoy convencido, y es de que no salvaremos la crisis con
doctrinas importadas, con fórmulas hechas de antemano. Nos guarda una tarea
difícil, pero ineludible: la de crear nuestras propias normas y doctrinas. A
esa labor hay que aplicarnos incansablemente, sin preocuparse de si nos llaman
revolucionarios o reaccionarios, que al fin ésas son etiquetas engañosas, meras
ficciones políticas. Lo importante es pensar objetivamente en los problemas del
país, no en función de nuestros intereses ni pasiones personales. Mientras
vivamos del plagio y la imitación de lo extranjero, estamos perdidos. El
destino de un país no depende más que de sí mismo, de su potencialidad de
inteligencia y voluntad bien aprovechada y disciplina. No debemos intentar ya
resolver nuestros problemas de cultura y educación a ciegas, porque sería
imperdonable reincidir en los mismos errores. Demos una prueba de madurez de
pensamiento reconociendo honradamente nuestros fracasos y convirtámoslos en
normas de lo que no debemos hacer. De ello depende la salvación de México.[1]
Impresiona la
vigencia de esta reflexión, parece que fue escrito hoy, esa es la virtud de los
grandes pensadores que pueden leer el porvenir a partir de interpretar su
presente. Lo que podemos responderle a Ramos es que estamos buscando la manera
de corregir nuestros errores, que después de años de recibir instrucciones de
organismos internacionales, de instrumentar sus teorías y aplicar sus
políticas, hemos vuelto a colocar al profesor en el centro del aula. Con el paso de los años, comprendimos que la educación
es, primordialmente, tarea de los profesores y que, con todo respeto a los
administradores de la educación, nosotros sabemos que en la relación entre el
docente y el alumno es donde se produce el proceso de formación. Teorías van y
otras vienen, las ideologías transitan de una visión a otra, surgen nuevas
tecnologías que ofrecen sustituirnos por algoritmos y pantallas. La pandemia
nos demostró que la relación personal y presencial es insustituible porque la
educación es uno de los vínculos humanos más importante y no puede estar
determinada por la lógica del instrumento.
No me dejarán
mentir si afirmo que ser maestro implica un reto permanente, nunca está uno lo
suficientemente preparado, jamás termina uno de sorprenderse con los aportes y
ocurrencias de los alumnos. Para nosotros lo que da valor a nuestro trabajo es
la mirada incrédula del alumno que descubre en nuestras palabras un nuevo
hallazgo que lo sorprende y maravilla. Quién de nosotros no tiene presente a la
maestra o el maestro que marcaron nuestras vidas y a quienes les estaremos
eternamente agradecidos. Como reconocimiento a los que nos formaron y
obsequiaron generosamente su sabiduría, recibo esta medalla que nos es otorgada
el día de hoy.
¡Muchas Gracias!
Santa Cruz
Acatlán a 6 de septiembre de 2023
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