domingo, 18 de abril de 2010

Tentación de olvido y perversión de la memoria: los peligros del archivo

Agradecimientos

Muchas gracias a los organizadores de este congreso, a los representantes de la comunidad judía, a las autoridades de la FES Acatlán y en particular a la Dra. Alicia Gojman por la invitación a participar en este congreso.

Presentación

El título del Congreso que enmarca las participaciones es La memoria Archivada: los judíos en la configuración del México plural, y nos remite a dos empresas que despiertan admiración, la de una comunidad de inmigrantes y sus descendientes que se han sumado al esfuerzo de consolidar una nación plural, y la del esmerado trabajo de un pequeño grupo que se ha dedicado a archivar los testimonios de esta experiencia colectiva. Sin embargo, en una segunda impresión parece advertirse un peligro, si invertimos el orden del título lo que leemos es: Los judíos en la configuración del México Plural: una memoria archivada, de acuerdo a esta segunda aproximación lo que se advierte es el archivo como un mecanismo que permite postergar el compromiso de este colectivo con una pluralidad incluyente. Lo que a continuación se presenta es un breve desarrollo de esta doble significación y para describirla la hemos titulado: Tentación de olvido y perversión de la memoria: los peligros del archivo.

1. Tentación de olvido

Comenzaremos por analizar al acto de archivar desde la perspectiva de la tradición judía, esta cultura ancla su origen en el texto bíblico y desde ahí busca abrevar el sentido de su identidad cultural. El historiador judío Yosef Hayim Yerushalmi nos comenta que: “En conjunto, el imperativo zajor [recuerda] aparece en la Biblia, en sus diversas flexiones, no menos de ciento sesenta y nueve veces,[…]”. [1] En Deuteronomio 10 leemos:

17 Porque el Eterno vuestro Dios es Dios de los dioses, y Señor de los señores, el Dios grande y poderoso y temible que no simula, y no recibe soborno

18 Que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.

19 Amaréis pues al extranjero: porque extranjeros fuisteis vosotros en tierra de Egipto[2]

En Deuteronomio 24:

17 No pervertirás el juicio del extranjero o del huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda.

18 Y te acordarás Zajor que fuiste siervo en Egipto, y que el Eterno, tu Dios, te redimió de allí; por tanto, te ordeno que hagas estas cosas.[3]

Lo que Dios ordena es recordar Zajor, hay en este mandato algo muy intrigante - ¿por qué se nos instruye que recordemos? - cuando se nos ordena ¡no matar! es porque existe esa tentación, lo mismo sucede con el desear a la mujer del prójimo o con mentir o robar, ¿pero acaso existe la tentación de olvidar?, la Biblia piensa que sí, y la tradición judía se construye a partir de esta afirmación. Esta tentación se puede explicar como una tendencia a borrar los recuerdos desagradables. ¿Quién quiere recordar que vivió en la miseria, que fue tratado con humillación o desprecio, que fue victima de abusos o maltratos, que perdió a un ser querido o que fue despechado o traicionado en el amor, lo más sano es dejarlo atrás y pasar a otra cosa. Sin embargo el mandamiento nos obliga a transitar en el sentido contrario, busca confrontarnos con nuestra sana tendencia al olvido y nos dice que a pesar del dolor, la humillación o la vergüenza debemos recordar.

Tal vez esto sería lo mejor, la tradición está llena de prohibiciones y mandatos que debemos superar y si no somos creyentes, lo que parecería más razonable es dejar el pasado atrás, cerrar este Centro de Documentación y mirar al futuro. Hoy en día, la mayoría de los integrantes de la comunidad judía, cuyo pasado es el material de la memoria archivada de esta institución, viven bien, han construido templos, escuelas, un centro deportivo, etc. Para qué recordar los horrores de la experiencia en Europa o las dificultades al llegar a México, para qué regresar a las duras historias de exclusión y discriminación de la que fueron objeto tanto por propios como por ajenos.

El problema es que aunque se quiera olvidar desgraciadamente no es posible, lo que demuestran los estudios sobre los individuos y los colectivos es que no es factible borrar los recuerdos traumáticos y sepultar las injusticias, están ahí latentes, esperando brotar, fragmentados, distorsionados, inquietantes, no nos dejan emanciparnos del pasado.

2. Perversión de la memoria

Si es así y realmente no podemos entregarnos a la tentación de olvido y emanciparnos del dolor del pasado entonces ¿para qué el mandato de Zajor o ¡recuerda! del Deuteronomio? El que lo ordena es Dios mismo, si no queremos darle una interpretación religiosa sino más bien cultural, podemos decir que el que ordena es la autoridad o la tradición; la voz del Señor de los señores, el Dios grande y poderoso y temible que no simula, y no recibe soborno. ¿Es la autoridad la que nos mandata archivar la memoria de la comunidad judía Ashkenazí de México?, ¿Qué motiva a las autoridades a ordenarnos recordar? Esta pregunta requiere de un tratamiento más cuidadoso.

La propuesta de archivar la memoria como mecanismo emancipatorio frente a la tentación de olvido nos conduce al análisis de lo que significa archivo, su etimología remite al griego Arkhé, que según el diccionario significa: “gobierno, mando, primer lugar, principio”[4] El filósofo judío magrebí, Jaques Derrida, lo explicó de la siguiente manera:

“No comencemos por el comienzo, ni siquiera por el archivo.

Sino por la palabra <> - y por el archivo de una palabra tan familiar. Arkhé, recordemos, nombra a la vez el comienzo y el mandato. Este nombre coordina aparentemente dos principios en uno: el principio según la naturaleza o la historia, allí donde las cosas comienzan –principio físico, histórico u ontológico-, mas también el principio según la ley, allí donde los hombre y los dioses mandan, allí donde se ejerce la autoridad, el orden social, en ese lugar desde el cual el orden es dado – principio nomológico.”[5]

Desde la tradición greco latina, de la que también abrevamos los directivos e investigadores de este Centro de Documentación, archivar tiene un doble sentido; recuperación del origen que remite a la historia y principio de autoridad que remite al poder. De esta segunda acepción se desprende el término Arkheíon o “edificio de gobierno”[6], en otras palabras la memoria queda bajo la custodia de la autoridad, también para los griegos la memoria está vinculada con el poder, la historia que se cuenta es la de los vencedores no la de los vencidos. Recordemos también que en la etimología nos encontramos con sentidos como origen, fundamento y mandato, o dicho de otra forma; sometimiento al origen o mandato de pertenencia.

Ya que la autoridad justificaba su poder por medio del mito, el archivo se convierte en mecanismo de sometimiento a este principio, dicho en otras palabras la perversión de la memoria tiene que ver con la perpetuación de un sistema de exclusión que sirve a los que mandan. La obligación de seguir siendo judíos y la lectura de la asimilación como acto de traición tiene que ver con esta forma de entender la identidad archivada.

La memoria, que es presentada como imposición de perpetuar el supuesto origen, no es emancipatoria, es más bien un apoyo para una práctica de exclusión, es violencia, en el caso concreto de la comunidad judía esto se traduce en obligación a perpetuar la identidad en un sistema de segregación y confinamiento. La práctica del anatema o expulsión comunitaria, que los judíos de Ámsterdam utilizaron hace varios siglos reproduciendo a su manera las técnicas de la Inquisición Católica, como en el caso emblemático de Baruj Spinoza, se aplica en algunos de los centros comunitarios judíos de México hoy en día, dosificada, con aparente discreción pero con admirable eficiencia. La memoria archivada adquiere el sentido de una recuperación selectiva del pasado que avala una estructura de poder y de exclusión.

3. Porque esclavos fuisteis

Nos encontramos con un aparente callejón sin salida, el olvido del pasado doloroso que podría llevarnos a la liberación es imposible ya que los recuerdos nos persiguen y condicionan, el ejercicio de memoria desde el archivo termina convirtiéndose en un mecanismo de control y manipulación que ejerce la violencia y que tampoco permite nuestra emancipación. Antes de claudicar regresemos al pasaje bíblico para ver si desde ahí se desprende una posible salida.

La autoridad en el Deuteronomio se presenta como emancipadora, lo dice textualmente: “Y te acordarás Zajor que fuiste siervo en Egipto, y que el Eterno, tu Dios, te redimió de allí; por tanto, te ordeno que hagas estas cosas”. La fórmula que propone asocia claramente, autoridad, memoria y emancipación, detengámonos en este punto. En la interpretación de la tradición Bíblica la memoria se define a partir de su acción emancipatoria, el origen remite a la verdad de los vencidos y no de los vencedores y la motivación es la justicia y no el poder ya que lo que se exige a partir del recuerdo es: hacer justicia al huérfano y a la viuda; y amar también al extranjero dándole pan y vestido.

En el texto bíblico la palabra de Dios se presenta en forma antinómica, por un lado es la autoridad que ante todo afirma su poder, pero se caracteriza por invitar al hombre a emanciparse ejerciendo su razón, su exigencia a recordar el origen esclavo también es deconstructora de poder ya que impide el reclamar derechos de sangre o divinos, todos somos hijos de esclavos, en esta interpretación no hay dinastías, ni sangre azul, ni derechos de antigüedad, ni privilegios por la riqueza, lo que nos dice claramente es que el único uso legítimo que podemos hacer de la memoria es como mecanismo para hacer justicia y conseguir la emancipación.

La propuesta de un mecanismo liberador emancipatorio que nos lleve a recordar lo doloroso bajo la conducción de una autoridad responsable podría ser el principio rector de una institución como este Centro de Documentación, donde la recuperación del origen de la comunidad Asquenazí en México nos remita a sus verdaderos orígenes que son la de un colectivo que se conglomero como respuesta a prácticas de exclusión, discriminación, persecución y exterminio. Los inmigrantes que llegaron de esos territorios del centro y este de Europa podrían responder, en términos actuales, a lo que se refería el texto bíblico cuando decía “esclavos fuisteis”, su asociación comunitaria fue una respuesta reactiva pero justificada a un mundo hostil que los obligo a defenderse.

4. Los peligros del archivo

Los peligros del archivo se encuentran en el riesgo de hacer de la memoria selectiva un sarcófago de recuerdos del que no se pueda salir, esta situación no deseable se produce cuando se realizan acciones que parecen contrarias pero que más bien son complementarias y que consisten en apropiarse del sufrimiento ajeno para justificar su violencia, por un lado y por otro, en banalizar las experiencias que no son convenientes y que podrían convertirse en mecanismos de cuestionamiento al poder dominante.

En el primer caso vemos como en la constitución de la identidad judía todos nos convertimos en víctimas de la Inquisición o del Holocausto, utilizamos esos espacios de sufrimiento para manipular la pertenencia. La persona que se aleja de la tradición, que busca integrarse a la sociedad y desarrollarse fuera de los marcos institucionales comunitarios judíos está traicionando a los criptojudíos que no renegaron de su fe y fueron quemados por ello, o la de millones de judíos exterminados por no abandonar la fe de sus ancestros.

El segundo aspecto que complementa, el de servir de fuente para la manipulación, es el de la banalización de la memoria. Como hemos señalado, la historia de una comunidad que no ha conseguido asimilarse del todo a la vida nacional, que se mantiene parcialmente enclaustrada y recelosa de una auténtica emancipación, no se ha permitido revisar profundamente sus mecanismos internos de exclusión y control y para ellos tiene la tentación de contarse una historia banalizada donde se confunde la memoria crítica con una reseña de eventos sociales o cronologías estériles.

Algunos de los peligros del archivo se podrían traducir en estos mecanismos que se alimentan, por un lado nos apropiamos de un sufrimiento ajeno y por el otro escondemos nuestras miserias banalizando nuestro pasado y todo esto con el fin de perpetuar un estado de exclusión donde la violencia se ejerce. En este sentido la participación de los judíos en la configuración del México Plural corre el riesgo de convertirse en una memoria archivada entre las cajas apiladas de una bodega llena de humedad.

5. Por una memoria que emancipe

Para concluir volvamos al desierto y a la voz del Deuteronomio, desde ahí podríamos pensar que para evitar la violencia que sobre nuestras vidas ejerce el pasado, requerimos del archivo, no podemos escapar aunque la tentación de olvido nos impulse a ello. Pero debemos estar claros que la finalidad es la emancipación y no la perpetuación de la violencia, desde esta perspectiva debemos ver la historia de la Comunidad Ashkenazí de México como el resultado de un proceso fallido de asimilación en un país que no ha promovido suficientemente esta integración. Lo que podría definirse como una paradoja es que, para responder al mandamiento del Zajor, el archivo judío debe abrir sus puertas, incluir a todo el que quiera integrarse y convertirse en un Centro de Documentación e Investigación de las distintas experiencias colectivas que han sido víctimas de la exclusión y que conforman la supuesta pluralidad, esto es, lo que hoy conocemos como Nación Mexicana.

¡Muchas Gracias!

México D.F. 09 de Marzo de 2010



[1] Yerushalmi Yosef Hayim, Zajor; La Historia Judía y la Memoria Judía, prólogo de Harold Bloom, Ánthropos Fundación Eduardo Cohen, Barcelona – México, 2002. Traducción de Ana Castaño y Patricia Villaseñor. Primera Edición en Inglés 1982. p2

[2] Deuteronomio 10

[3] Deuteronomio 24

[4] Gómez De Silva Guido, Breve diccionario etimológico de la lengua española, Colegio de México y Fondo de Cultura económico, México, 1988, p.74

[5]. Derrida Jaques, Mal de archivo; Una impresión Freudiana, Traducción de Paco Vidarte, Editorial Trota, Madrid, 1997, p.9 se entiende nomología como técnica o ciencia de normar o legislar